Thane Drogos
Evelyn era otra cosa.
Una mujer que no sabe nadar, que ya se ahogó una vez, se lanzó por la borda para empujar al agua al capitán de un barco atacante. La miré fijamente y ella encontró mi mirada, la suya muy amplia al darse cuenta. Ella esbozó una sonrisa y no pude evitar devolverle la otra.
Desmond me dio una palmada en el hombro, enfundó su machete y le ofreció la mano a Evelyn. Cuando él la puso de pie, ella hizo una mueca y la agarró del hombro. La sangre manaba a través de la tela blanca de su camisa.
—¿Estás bien? —Pregunté, dando un paso adelante para mirar de cerca su herida. Sin pensarlo, le saqué los rizos de los ojos y vi el hematoma donde ese maldito Capitán la golpeó. Su suave piel bajo mis dedos hormigueó, una descarga de algo eléctrico cobrando vida entre nosotros nuevamente.
Nunca murió. Lo acababa de olvidar.