ADRIANO
Presencié cómo nuestro médico personal atendía a Raven, sosteniéndole la mano mientras yo me debatía en una tormenta de preguntas sobre su estado. No sabía qué pensar en medio de esta situación.
—¿Estará bien? —Un millón de dudas inundaron mi mente, y una de las más importantes era si ella seguiría siendo lo más significativo en mi vida.
—Haré todo lo que esté en mis manos, Adriano. —El médico intentó calmarme, pero sus palabras no surtieron efecto.
Deslizando mi pulgar por el dorso de su mano, pasé la otra mano por su cabello oscuro. Las lágrimas amenazaban con asomar en mis ojos mientras observaba sufrir por lo que estaba pasando.
—Debes salvarla. No puedes permitir que se nos vaya. Por favor —supliqué, dispuesto a negociar incluso mi propia vida por la suya—. Al menos, prométeme que lucharás con todo lo que tengas para traerla de vuelta. Estoy desesperado.
—Adriano… —el médico me miró, herramientas en mano—, ¿por qué no haces algo de trabajo y yo…