*Mia*
Willard siempre mostraba un alto grado de meticulosidad. Él nos guiaba por el camino, con Kasim y yo siguiéndole de cerca. Nuestra urgencia residía en encontrar la entrada al tesoro lo más pronto posible, o enfrentaríamos un gran problema esta noche.
Lo que resultó extraño fue nuestra incapacidad para localizar la entrada, a pesar de que el mapa indicaba claramente que estábamos cerca del tesoro. Esta situación me desconcertó.
Kasim adoptó una expresión seria y permaneció a mi lado. Sostenía mi mano, ofreciéndome consuelo con su voz suave: —Mia, no temas. Estoy aquí para protegerte—. Su tono era tan delicado como siempre, como el de un niño. Hubiera sido difícil creer que era el poderoso Alfa que presenciamos cuando luchó contra los lobos hambrientos.
Sonreí y le di unas palmaditas en la mano. —Estoy bien, no te preocupes. Willard se encargará de todo.
Kasim hizo un puchero. —Mia, ¿solo confías en Willard y no en mí?