Todavía me sentía un poco ansiosa en su presencia. Simon había estado actuando de manera extraña últimamente. No podía evitar percibir su energía nerviosa cada vez que lo veía.
Cuando insistió en que necesitábamos hablar, la clínica estaba a punto de cerrar. Le pedí a Willard que se hiciera cargo, luego me puse el abrigo y me fui con Simon. Sentía que la distancia entre nosotros seguía aumentando.
Él expresó su deseo de hablar conmigo, y casualmente yo también deseaba aclarar algunas cosas.
Hacía un poco de frío y solo llevaba una gabardina ligera. Cuando una ráfaga de viento pasó, una hoja amarilla cayó sobre mí, haciéndome estremecer. Inmediatamente después, Simon me cubrió con un abrigo cálido y me sonrió.
Este era el Simon que yo conocía. Su calidez siempre llegaba de forma inesperada y me hacía sentir confort desde lo más profundo de mi corazón.