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Chapter 7 - Capítulo 07: en busca del este.

Las chicas se quedan observando como Gustavo se marcha en compañía de su hermano. —Ghost no tiene ni una pizca de vergüenza, ¿verdad Ashley? —refunfuña con una risotada provocada por el exhibicionismo de Gustavo.

—Eso creo —responde aún anonadada por lo ocurrido.

Nitta se muestra intrigada por la actual Ashley, pero, retoman nuevamente la conversación que tuvieron en la cocina minutos antes de que Gustavo se robara toda la atención. —Retomando la plática, Ash... me ibas a contar algo que te pasó esta mañana, ¿qué era eso? —pregunta Nitta intrigada.

— No, no era nada... ¡Bueno!, ¿Recuerdas que te llamé la noche anterior para saber dónde vive George? —se anima a contarle mientras se posa frente al espejo.

— Sí, se me hizo extraño que preguntaras, digo, no eres de esas chicas que van por la vida dándole importancia a los hombres. —recita con sarcasmo.

El sarcasmo de Nitta provoca que Ashley fantasee con Gustavo, haciendo que se ruborice al instante. Nitta no puede creer lo que está presenciando; salta de la cama y se dirige a interrogarla con más empeño.

— ¿¡no me digas qué!?, ¿Te gusta George? —pregunto exaltada y con gran curiosidad.

— No, no es eso. —se defiende ante la mirada chismosa que le clava Nitta.

— Tienes razón, los chicos son tu criptonita, por lo tanto, dudo que le hagas caso y más si se trata del confiado George. —dijo con total normalidad. — Pero, me parece extraña tu forma de actuar con respecto a Ghost.

Ashley en ese instante se ruborizó aún más, comenzó a temblar, pero, trata de no mostrarle a Nitta que está en lo correcto.

— ¡Valla... di en el clavo! —su voz socarrona intimida a Ashley.

— En parte sí, y en parte no... quiero decir, ¡que pasaron cosas!

— ¿Cosas?

— ¡Eso se escuchó mal!, lo que quiero decir es que te llame esa noche porque estaba con Ghost.

— ¡Espera! ¿Estabas con Ghost a altas horas de la madrugada?... ¿¡no me digas que cogieron!? —Nitta no pudo contenerse y habla alto, pero Ashley le cubre la boca con su mano, haciendo un gesto con el dedo de que baje la voz.

— No, no tuvimos relaciones —responde Ashley enrojecida, mientras decide contarle. — lo encontré en el viejo puente cerca de la casa donde estaba todo golpeado y triste, lo quise animar invitándole una comida en el Magroña, pero, no sé cómo me persuadió y terminamos en un bar adonde me enteré de que es menor de edad; las cosas se intensificaron una vez se puso a tomar, estando borracho me preguntó cosas raras y sinsentido.

— ¿Y luego cogieron?

— Que no, ya deja de decir eso... nunca lo haría con ese personaje que actúa como si nada pasó.

— Algo te hizo para ponerte así, ¿verdad?

Ashley le cuenta lo sucedido a Nitta en el consultorio, y como ella se sintió mal cuando Gustavo la ignoró y la trató como una desconocida, pese a que trató de ayudarle la noche anterior.

— ¡Ay, amiga! Esperas demasiado del troglodita de Ghost, él es un peligro andante y perdón que te lo diga, pero hasta su hermano no sabe cómo lidiar con ese costado de sarcasmo andante.

— No, no es que me importe ni nada por el estilo, solo quería contarte lo raro que fue este día —disimula buscando no darle a notar a Nitta lo mucho que le afecto.

— ¡Bueno, eso ya no importa!, porque ahora la señorita Ashley va a trabajar en el Donkey Donuts en New Canaan con su mejor amiga del alma.

Ashley se siente emocionada y sorprendida al escuchar la noticia. Sus ojos se iluminan y su corazón late más rápido.

—¡¿En serio?! —exclama Ashley, apenas conteniendo su alegría—. ¿Trabajar en Donkey Donuts con mi mejor amiga? ¡Es increíble! No puedo creerlo. ¿Crees que seré buena en esto?

Nitta ríe y le da un abrazo.

—¡Claro que sí, tontita! Siempre te esfuerzas al máximo. Además, estarás conmigo, y juntas haremos que este lugar sea el mejor. ¿Quién sabe? Tal vez encuentres algo más que donuts aquí —bromea, guiñándole un ojo.

Ashley sonríe, sintiéndose agradecida por la oportunidad y la amistad de Nitta. Mientras se prepara para su primer día de trabajo, no puede evitar preguntarse qué aventuras le esperan en Donkey Donuts.

—Gracias, Nitta. Esto significa mucho para mí —dice Ashley, con una mezcla de nerviosismo y emoción.

El primer día de Ashley en Donkey Donuts comienza con el aroma embriagador de café recién hecho y el dulce olor de las Donas glaseadas. La tienda está llena de colores vivos y una energía contagiosa que la hace sonreír. Nitta le muestra cómo operar la máquina de café y le enseña los secretos para hacer la dona perfecta.

—Recuerda, la clave está en el tiempo de cocción y el amor que le pones— le dice Nitta con una sonrisa juguetona.

Ashley asiente, absorbiendo cada detalle. Mientras se familiariza con el lugar, no puede evitar sentirse un poco fuera de lugar, pero la presencia de Nitta la tranquiliza.

A medida que pasan las horas, Ashley se siente más cómoda. Atiende a los clientes con una sonrisa tímida, y algunos incluso le devuelven el gesto. Sin embargo, su mente sigue divagando hacia Gustavo. Se pregunta qué estará haciendo y si alguna vez pensará en ella.

La campanilla de la puerta suena y, por un momento, su corazón se acelera al pensar que podría ser Gustavo. Pero en lugar de eso, entra un grupo de adolescentes ruidosos, riendo y bromeando entre ellos.

—¡Ey, Ash! ¿Todo bien?— pregunta Nitta, notando su distracción.

—Sí, todo bien— responde Ashley, mostrando los pulgares arriba.

La tarde avanza y Ashley se encuentra disfrutando de su trabajo. Se siente útil y apreciada, algo que no había sentido en mucho tiempo. Mientras limpia una mesa, escucha a alguien mencionar el nombre de Ghost.

—¿Has oído hablar del chico de Ching's Table, al que Ken apoda 'Ghost'? —pregunta una de las clientas con curiosidad.

—Sí, ese tipo tiene buena vibra Y es guapo, Pero he oído que tiene un lado aterrador— responde otra.

Ashley se detiene, su curiosidad despertada. Se pregunta cómo será Gustavo trabajando... ¿Sonreirá cómo lo hace con ella?

En ese instante preciso, la figura enigmática de Ghost atraviesa la puerta del establecimiento, su presencia energética llama la atención en el local. Como de costumbre, se dirige al mostrador con un aire de familiaridad. Nitta, percibe al instante la llegada de Gustavo. Sus ojos se encuentran y ella le ofrece una sonrisa cómplice, llena de entendimiento no verbal. Gustavo, con su andar tranquilo, pero seguro, se aproxima al mostrador donde Nitta se encuentra anotando pedidos con diligencia.

— ¡Ey... KLK! —repite Ghost, utilizando las típicas jergas de la República Dominicana.

— ¡KLK!, ¿lo de siempre? Matcha latte caliente, doble shot de espresso, sin azúcar y una Boston cream —responde Nitta, con una familiaridad que indica que esta no es la primera vez que atiende a Ghost.

Ashley, aún nerviosa por la presencia de Gustavo, observa desde la distancia. Su mente se llena de preguntas: ¿Por qué está aquí? ¿Vino solo por el café o también por ella? ¿Sonreirá como lo hace cuando están solos?

Gustavo recoge su pedido y se dirige hacia una de las mesas donde choca con Ashley.

— Hey... Ashley... —Ghost saluda a Ashley entrecerrando los ojos entrecerrados.

— Hola, Ghost. ¿Cómo estás? —pregunta, tratando de parecer casual.

— Mejor que nunca —responde emocionado.

— Mmm, me alegro.

— ¿Cómo estás? ¿Trabajas en este lugar?

— Sí... Sí, trabajo aquí.

— ¡¿No respondiste a la pregunta más importante?!

— Ashley se siente cansada por trabajar, no sé, creo que le vendría bien salir temprano hoy. ¿Puedes llevarla? —interrumpe Nitta.

— Por mí no hay problema —responde Ghost.

Nitta, observando la escena, se muerde el labio inferior para no reír. Sabe que hay algo especial entre ellos, aunque Ashley insista en negarlo.

Sin más opciones, Ashley se resigna a partir con Ghost. Mientras ella se prepara, Ghost la aguarda pacientemente fuera del local, disfrutando de un cigarrillo. Su mirada se pierde en la encantadora Elm Street de New Canaan, un lugar que le infunde una serenidad y alegría inexplicables. Al hurgar en su bolsillo, saca su teléfono para ver la hora revelando la pantalla donde resplandece la fotografía capturada la mañana anterior, con Ashley como inadvertida protagonista de su fondo de pantalla. Entretanto, una Ashley ruborizada y emocionada, permanece oculta tras la silueta de Ghost.

— ¡Estoy lista! —dice Ashley

— Bien, quiero llevarte a un lugar especial.

— ¡no creo que sea buena idea!

— Verás que si, ¡¿qué decides?! —Gustavo extiende su mano.

La brisa del atardecer acaricia sus rostros mientras se alejan de la colorida Elm Street. Ashley siente un cosquilleo de incertidumbre y emoción. A pesar de su habitual temor hacia los hombres, hay algo en Gustavo que le transmite una extraña seguridad.

—¿A dónde vamos? —pregunta Ashley, intentando disimular su nerviosismo.

Gustavo ofrece una sonrisa poco común, que a pesar de su naturaleza siniestra, Ashley encuentra fascinante.

—Es una sorpresa. Solo disfruta del camino y aférrate —responde, con la vista fija en el horizonte mientras acelera con más fuerza.

El silencio se instala entre los dos, solo roto por el sonido de las olas a lo lejos. Ashley se pregunta qué es lo que Gustavo encuentra tan especial en ese lugar. La playa siempre ha sido un sitio de reflexión y escape, pero para ella, también es un recordatorio de su vulnerabilidad.

A su llegada, el rojo carmesí de la puesta de sol ilumina la arena y el mar, creando un paisaje de ensueño. Gustavo se detiene y señala hacia el este.

—Aquí venía con mi madre cuando añoraba su hogar. Una pequeña ciudad costera llamada Nagua, al este de una isla repleta de personas alegres; un lugar donde todos se conocían, donde todos eran familia —confiesa con un atisbo de melancolía.

Ashley contempla el océano, sintiendo cómo su vastedad hace eco en su interior. Gustavo se sienta en la arena, invitándola a unirse.

—Mientras todos buscan su norte, yo anhelo encontrar mi este. Ir contra la corriente, hallar ese sitio que pueda llamar hogar... así cómo el que I madre añoraba regresar —expresa, clavando su mirada en ella.

Ashley toma asiento a su lado, manteniendo una distancia segura. El arrullo del mar los rodea, y poco a poco, se relaja.

— ¡¿No entiendo por qué me revelas tanto?! —admite, sorprendida por su propia franqueza.

Gustavo extiende su mano hacia ella. Tras un instante de duda, Ashley deposita la suya sobre la de él, sintiendo una conexión profunda y tranquilizadora.

— Todos necesitamos a alguien que nos comprenda, que vea más allá de lo que mostramos al mundo —murmura Gustavo, apretando su mano con ternura.

Ashley asiente, sintiendo cómo una parte de su miedo se desvanece. Quizás, en ese lugar alejado de todo, puede permitirse ser vulnerable, puede permitirse confiar.

Gustavo le muestra a Ashley el mapa que su madre le había obsequiado. —Antes de partir, mi madre me dio este mapa y Cleotilde, mi moto, para que explorara el mundo. Ahora... te entrego mi mapa, para que tú también vivas incontables aventuras.

— No puedo... es un recuerdo de tu madre —responde Ashley, nerviosa.

— Conservaré el mapa de mi madre, aún tenía lugares por descubrir; quizás solo, quizás acompañado.

— No sé a dónde ir.

— Elige un destino con el nombre más peculiar que encuentres y simplemente ve. Lo importante es el viaje, no el destino.

— ¿Por qué haces esto por mí?

— Porque, al igual que yo, estás en busca de tu este. Ese lugar que puedas llamar hogar.

La noche comienza a envolver el cielo, y las estrellas emergen tímidamente, como si fueran testigos silenciosos de su creciente cercanía. Gustavo se levanta, sacudiendo la arena de su ropa, y ofrece su mano a Ashley para ayudarla a ponerse de pie. Ella acepta, y juntos caminan por la orilla, donde el mar besa la tierra.

La brisa nocturna llevaba consigo el salitre del mar y el susurro de las olas, un suave recordatorio de la inmensidad que los rodeaba. Ashley y Gustavo caminaban por la orilla, sus pasos descalzos dejando huellas efímeras en la arena húmeda. La luna, casi llena, colgaba en el cielo como una promesa de misterios por descubrir.

—¿Sabes? —comenzó Ashley, su voz combinaba con el oleaje del océano—. Nunca pensé que terminaría aquí, en la playa, a medianoche, con el chico dinamita que intentó suicidarse hace poco. Eres in misterio para mí.

Gustavo sonrió, su perfil iluminado por la luz plateada de la luna.

—La vida está llena de sorpresas, Chica suicida. Algunas te sacuden el mundo, otras te llevan a lugares inesperados —respondió, su mirada perdida en el horizonte.

El silencio se instaló entre ellos, cómodo y revelador. Ashley se sentía diferente, como si la presencia de él le permitiera ver una parte de sí misma que había estado oculta, incluso de su propia conciencia.

—Ghost, ¿alguna vez te sientes... perdido? —preguntó, su curiosidad venciendo la incertidumbre.

—Todo el tiempo —admitió él, girando para enfrentarla—. Incluso ahora estoy perdido, pero estar perdido no siempre es malo. A veces, perderse nos hace vivir aventuras que jamás viviríamos sin estarlo.

Ashley reflexionó sobre sus palabras, encontrando en ellas una verdad que resonaba con su propia búsqueda interna.

—¿Y tú te has encontrado? —inquirió, su corazón latiendo con fuerza ante la intensidad de su mirada.

—Estoy en el camino. Cada día es una pieza más del rompecabezas —respondió extendiendo su mano hacia el cielo como si pudiera tocar las estrellas—. Y ahora, tú eres parte de ese rompecabezas.

Ella tomó una respiración profunda, dejando que el aire fresco llenara sus pulmones, revitalizándola. La idea de ser parte del viaje de alguien más, especialmente de alguien tan enigmático como Gustavo, era a la vez aterradora y emocionante.

—¿Y si me pierdo en mi camino, y si no puedo encontrarme?

—Entonces no regreses, si no regresas es porque el viejo camino era malo. Forja uno nuevo... uno del que no quieras perderte —dijo él, ofreciéndole una sonrisa genuina que iluminó su rostro.

Ashley se rio, su risa flota en el aire hasta mezclarse con el ritmo constante del mar. En ese momento, se dio cuenta de que, a pesar de sus miedos y dudas, estaba dispuesta a arriesgarse. A explorar lo desconocido, a dejarse llevar por la corriente de la vida.

La noche avanzaba, y con ella, la marea comenzaba a subir, las olas acariciando sus pies con cada rompimiento. Ashley se detuvo, mirando cómo el agua borraba sus huellas, llevándose consigo pequeños granos de su temor.

—Es hermoso, ¿no es así? —dijo Gustavo, siguiendo su mirada—. Cómo el mar se lleva todo y nos ofrece una pizarra limpia.

—Sí, es como un nuevo comienzo —murmuró Ashley, sintiendo una conexión profunda con el océano y con el chico dinamita.

La velada romántica de Ashley se ve abruptamente interrumpida por una llamada inoportuna. Su tío, desafiando las normas de la cortesía, la increpa por su tardanza, ignorando que ella, ya con veintidós años, es plenamente capaz de tomar sus propias decisiones.

Al llegar a la casa, la tensión flota en el ambiente. El tío de Ashley, con un gesto severo, la espera en el umbral. Sus palabras, afiladas como cuchillos, cortan el silencio de la noche.

— ¡Ashley! ¿Dónde diablos estabas? ¡De seguro te estabas revolcando con este delincuente! —acusa al primer contacto con la joven.

Ashley, consumida por la ansiedad, intenta desesperadamente articular sus pensamientos, pero el temor la inmoviliza. A su lado, Gustavo da un paso al frente, clavando una mirada desafiante en su tío. El cigarrillo entre sus dedos desprende un tenue hilo de humo, como la declaración de guerra que se presagian salir de los labios de Ghost.

— No tienes derecho a gritarle —grita Ghost, con voz desafiante—. No importa lo que haya pasado, nada justifica que le levantes la voz de esa manera, ni que la ofendas con esas palabras.

El tío, sorprendido por la confrontación, mide a Ghost con la mirada. La tensión entre ellos es eléctrica, pero Ghost permanece impasible.

— Ella es una mujer, y merece respeto. Si tienes algo que decir, dilo con calma y respeto —insiste Ghost, colocándose entre Ashley y su tío.

Con un gesto desafiante, Ghost expele el humo del cigarrillo hacia el tío, marcando su posición y declaración de guerra. Tras un tenso silencio, el tío cede.

—Ashley, entra a la casa... por favor.

— ¡Lo ves! Así se le habla a una dama, con respeto y ternura.

Ashley mira a Gustavo, sus ojos llenos de gratitud y asombro. Él le ofrece una sonrisa tranquilizadora y le susurra:

—Nadie debería hacerte sentir menos, Ashley. Recuerda siempre tu valor.

Con esas palabras, Ghost se aleja, dejando a Ashley en la puerta de su casa, reflexionando sobre la noche y todo lo que ha sucedido. Ella sabe que algo ha cambiado dentro de ella, una nueva fuerza que ha despertado gracias a la defensa inesperada de Ghost.