09 de Agosto de 2021
Día 17
—¡Arriba Marco! Es un día brillante allá afuera —mi día empieza con la enérgica voz del profesor.
Abro los ojos esperando ver la luz del día, pero lo único que ilumina el sótano son las lampara fluorescente alimentadas por el generador de electricidad que tiene en una esquina.
—¿Qué hora…. es? —bostezo mientras intento articular una pregunta.
—¡Es hora de levantarse! Ayer no fue un día muy productivo por lo que hoy tenemos que compensarlo —responde haciendo estiramientos con una flexibilidad que dudo poder replicar—, aunque si te refieres a la hora exacta, la desconozco, lo único bonito de este mundo es que no hay relojes o alarmas que me mortifiquen, ¡Oh! tampoco hay mosquitos o cucarachas, eso también hace el presente un poco más tolerable.
Veo mi muñeca, son las 5:47 de la madrugada, no me levantaba a estas horas desde que estaba en la secundaria.
—Es muy temprano —mascullo con la esperanza de poder dormir un poco más.
—No creo que tarde en salir el sol, tenemos que aprovechar la luz del día lo más posible —exclama extendiéndome una mano para levantarme.
Al no poder solo dejarlo colgado me veo obligado a ponerme de pie y seguirlo en su rutina matutina.
—La mejor manera de empezar un día es con ejercicio —dice una vez que estamos afuera con los primeros rayos del sol iluminando levemente el cielo—, puedes entrenar de la manera en que te sea más familiar o seguirme el ritmo si asi lo deseas.
—¿No sería mejor ponernos ropa más… "adecuada"? —repongo mientras una corriente de aire me hela el cuerpo—, está haciendo frio…
El sótano se mantiene más cálido de lo que uno podría pensar, por lo que dormir en ropa interior y solo una sábana es suficiente, sin embargo, en el exterior la historia es diferente… sin tomar en cuenta que hacer ejercicio al lado de un hombre mayor en ropa interior es cuanto menos extraño.
—Entraras en calor cuando empieces a ejercitarte —el profesor empieza a trotar levemente mientras hace estiramientos y viendo que me terminare quedando atrás me resigno e intento seguirle el ritmo.
Lo subestime por completo… después de más de una hora ejercitándose sin descanso él se mantiene fresco y tranquilo mientras que yo ya no puedo más. Caminar por horas como lo había hecho las dos semanas anteriores era agotador, pero intentar seguirle el ritmo al profesor es peor…
—¿Podemos…? —jadeo tanto que se me dificulta articular oraciones completas— ¿Podemos… parar… por hoy…?
—Claro —accede con inusual facilidad—, para ser tu primer día lo hiciste bien, inclusive considero que podrías haber parado antes para evitar el sobresfuerzo.
—¿¿Cómo…?? —hubiera sido útil que dijera eso antes.
—Has una última ronda de estiramientos antes de descansar, no querrás que el ácido láctico te atormente mañana —su inexistente falta de aliento o fatiga me asombra… esto parece un paseo en el parque para él.
Una vez finalizados sus últimos estiramientos el profesor baja al sótano y regresa con una bolsa.
—¿Hace esto todos los días? —pregunto bajo la sombra del edificio de al lado que se extiende hasta acá.
—No, suelo variar el ritmo y la intensidad, alternando entre días de descanso donde me despierto hasta media mañana, pero si quieres tener una oportunidad allá afuera lo que tu necesitas son ejercicios para acondicionamiento físico ipso facto —al menos me alivia saber que esto no será todos los días—, una vez lo conviertas en un hábito te será más fácil.
—No se… nunca fui un apasionado del ejercicio y los deportes…
—Malamente, la actividad física es importante para vivir salutíferamente, de hecho, ahora tiene mayor importancia para sobrevivir nolens volens —después de reprenderme un poco con sus extrañas expresiones, se sienta frente mío y saca un cristal de la bolsa—. En estos fragmentos yace el secreto tras las incógnitas que nos presenta este nuevo mundo, por desgracia, no disponemos de los medios para descifrarlos, por lo tanto, tenemos que estudiarlos e intentar comprenderlos lo mejor posible aun si tenemos que llevar al límite nuestra capacidad para entender la realidad.
—Lo entiendo —miento al no entender ni la mitad de lo que dijo—, y… ¿Cómo hago algo asi?
—Debes de observarlo usando más que tus ojos, sentirlo más allá de tu tacto, concentrarte al punto de ser uno con el cristal.
El profesor lo pone en mi mano como si de un tesoro se tratase, hago lo mejor posible para disimular mi perplejidad ante su explicación tan… "psicodélica" por no decir otra cosa.
A simple vista parece solo un pedazo de vidrio tintado, aunque, viéndolo de cerca, el color y el brillo que emite es algo difícil de describir, es más parecido a una gema preciosa que a un cristal.
—Es bonito —digo sin saber cómo "observarlo usando más que mis ojos".
—Es indiscutiblemente bello, pero te estas limitando a lo más básico. Compréndelo con tu ser, esa será tu tarea de hoy, avísame en cuanto encuentres algo interesante —me indica a la vez que se pone de pie y se da media vuelta.
—¿¿Pero que se supone que encuentre?? —pregunto ante sus instrucciones tan vagas.
—Lo sabrás en cuanto lo percibas, pero en serio, avísame en cuanto lo hagas —añade el profesor con especial énfasis en eso ultimo pese a que sigo sin tener idea de que está hablando.
Esto me recuerda mucho a como daba sus clases, por alguna razón tenía esa manía de explicar las cosas solo después de hacer que quemaras neuronas buscando la solución por tu cuenta… era cansado y frustrante. Yo siempre me sentía perdido en sus clases, aunque sé que a otros estudiantes les gustaba esa manera de enseñar, decían algo sobre sentirse realizados aun cuando no lo solucionaban por su cuenta, algo que no tenía mucho sentido.
La siguiente media hora soy solo yo sentado con un cristal entre manos sin saber que tengo que hacer. Fijo mis ojos en él sin parpadear el mayor tiempo posible, lo tallo en mi piel buscando sentir algo que no sea irritación tras un rato, lo acerco a mi oído con la esperanza de escuchar algo, incluso me atrevo a olerlo y lamerlo… todo sin resultado alguno, no parece ser diferente a cualquier otro pedazo de vidrio que haya visto en mi vida.
Cansado de no lograr nada camino hacia el sótano para ver que otra pista o pieza de información le puedo sacar.
—¿Cómo vas? ¿Algún avance?—pregunta en cuanto me ve entrar mientras hurga en una caja.
—No… no realmente…
—No me digas que vienes a rendirte y a pedirme la solución.
—No, no, no… solo vengo por agua —respondo intentando disimular.
—Que bien, sería una lástima que mi pupilo tuviera tan poca fuerza de voluntad, aunque supongo que si te rindieras no tendría otra opción que explicarte —suspira decepcionado de manera sobreactuada—, no obstante, sé que has pasado por cosas más difíciles estas semanas, por lo que podrás superar esto más temprano que tarde.
—Si… no se ve tan difícil…
—Bien dicho —responde con una sonrisa—, estaré trabajando en la camioneta por si me necesitas.
Se que todo eso fue un truco manipulador que incluso lo vi usar en clases… pero aun asi… es efectivo.
Regreso de mala gana al exterior, me recuesto en el suelo y juego con el cristal entre mis dedos. Técnicamente, el humano tiene más de cinco sentidos… aunque no sé cómo la mayoría de ellos me podría servir en este momento.
Tras desperdiciar una hora sin hacer o lograr nada, me recuesto e intento distraer mirando el cielo sobre mi… pero la completa ausencia de nubes convierte da como resultado una vista insípida.
Suspiro por el aburrimiento una y otra vez hasta que doy una gran bocanada de aire que logra hacer que mi mente se despeje y que cada musculo de mi cuerpo se relaje…
¡Eso es!
Activar Respiración Zen involuntariamente me hace consciente de que tanto los cristales como estas habilidades deben tener algún tipo de conexión al estar relacionadas con Adler, Gaia y todo el tema de los dioses.
No estoy muy seguro de como esta "bendición" de Mente Supereminente podría serme de utilidad, apenas y tengo claro cómo usarlas, pero al menos es un buen punto de partida.
Me siento cruzado de piernas con energías renovadas mientras sostengo el cristal entre manos y proceso a activar Respiración Zen, la única que estoy seguro de cómo funciona… más o menos. También intento activar Concentración Profunda… concentrándome profundamente… pero no tengo idea si realmente funciona, es difícil saber que tan concentrado estas, es decir, ¿Cómo mides algo asi? Supongo que el que siga divagando no es una buena señal…
Continuo intentándolo hasta que pierdo la noción del tiempo, hasta que logro vaciar mi mente, centrarme en el sonido del viento, la sensación de los rayos del sol, la textura del cristal…
◆Nueva habilidad Aprendida◆
◆Meditación Shikantaza – Entras en un estado de atención consciente mientras observas el mundo y el mundo te observa a ti◆
La ventana flotante me saca del trance, aun con los ojos cerrados aparece como si estuviera quemada en mis retinas.
¿Shikantaza? No tengo idea de que es eso y la descripción no ayuda… pero me hizo sentir una extraña disociación con la realidad, todo se volvía difuso, los pensamientos en mi cabeza empezaban a desvanecerse.
¿Así se siente meditar?
De cualquier manera, en ese momento, sentí algo… algo difícil de describir, pero todo mi ser me dice que era el cristal.
Respiro profundo y repito todo lo que hice en un intento de volver a activar la meditación Shika-no sé qué. Me concentro en todas las cosas a mi alrededor, el suelo sobre el que estoy sentado, el calor del sol, el ruido metálico a lo lejos causado por el profesor y sobre todo, el cristal que se posa en mis manos.
El ruido se difumina, las sensaciones aparecen y desaparecen, pero por más que intento acercarme a ese extraño "algo" que siento que proviene del cristal, solo se aleja más y más… y más… y más…
—A menos que estés buscando una epifanía en el mundo onírico no creo que dormir sea de mucha ayuda —con unas palmadas en mi mejilla, el profesor me saca de mi meditación… o más bien ¿Siesta?
—¿Dormido? Yo no… —respondo aun confundido y con somnolencia—, no sé, no me di cuenta…
—No te preocupes, sé que has estado intentado varias cosas y apoyo las siestas como herramienta para refrescar la mente y consolidar conocimientos —dice con una sonrisa dispuesta a volver a irse.
—Profesor, antes de que se vaya… no es que quiera rendirme pero… es un poco frustrante seguir dando vueltas en círculos —mascullo frotándome los ojos—, cada que siento que me acerco a algo solo se desvanece como si fuera mi imaginación, ¿No puede darme una pista o algo?
—Puedes llamarme Nicolás, esos títulos ya no tienen cabida y pese a que, ciertamente, te veo como mi pupilo mi objetivo es que seamos iguales —responde ignorando mi petición.
—Usted sigue siendo mayor que yo… me siento cómodo llamándolo asi, se siente familiar.
—Es entendible, sin embargo, el termino profesor puede ser un poco deshumanizante, al final de cuentas ya no estamos en el aula, solo soy un hombre más, perdido en este mundo al igual que tu —nunca me había pasado por la mente que decirle a alguien "profesor" podría ser "deshumanizador"—, dicho eso y buscando un acuerdo que satisfaga ambas partes podemos dejarlo en un punto medio y me llamas "Profesor Nicolás" o "Profe Nicolás" si es más de tu agrado usar esa jerga.
—Está bien… creo… como sea, sobre la pista… ¿No puede darme algo? —insisto esperando obtener la más mínima cosa.
—En efecto, hay muchos indicios que podría darte y también hay varios que ya te he dado, yo sé que tienes la capacidad mental suficiente para resolverlo —supongo que realmente no puedo esperar más de él…
El profesor Nicolás se marcha dejándome con casi la misma cantidad de dudas… sin embargo, el que me haya dicho que me ha dado indicios antes es un buen… ¿Indicio?
Recapitulo todo lo que me ha enseñado hasta ahora: primero me explico que estos cristales funcionan como baterías, cuando están unidos como un "núcleo" le dan "vida" a los cristalizados, asi que pese a su apariencia, deben poseer algún tipo de energía… y debe haber una manera de "sentirla", ha hecho mucho énfasis en ello. Finalmente, cuando me mostro como lo usaba parecía concentrarse y cerrar los ojos un par de segundos, quizá vaya en buen camino con eso de la meditación. El problema es que cada vez que me intento acercar consigo lo contrario… entonces si me intento alejar…
Hago otro intento, esta vez me centrare en meditar con más profundidad y sin concentrarme en nada especifico. Nuevamente todo a mi alrededor se difumina: el viento, el suelo, el sol, el ruido… hasta mi propia respiración parece desvanecerse.
Entre menos persigo esa sensación proveniente del cristal más prominente y clara se vuelve, empieza a vibrar como si estuviera en resonancia conmigo, sus colores se hacen más vividos, tonos azules oscuros y muy profundos vibran de manera violenta conforme acortan distancia.
Un segundo cumulo de energía aparece, es diferente, me hace sentir una familiaridad tan intensa que es como si de alguna extraña manera viera mi propio reflejo. Tiene un color grisáceo y sin mucho brillo, apenas y siento su vibración.
Al compararlas son realmente dispares, la que parece mía emana la quietud de un pequeño lago, ajeno a todo y que solo se ve perturbado por las hojas que caen sobre él creando ondas en su superficie, mientras que el cristal, se asemeja a un mar hirviendo en medio de una tormenta, es un poco aterrador… pero también hipnotizante, el cómo se mueve, como crece, como se expande… incluso cuando alcanza a ese pequeña lago y lo empieza a consumir soy incapaz de apartar la mirada como si de un incendio se tratase.
Cuando menos me doy cuenta, los previos tonos azules se tornan en un ominoso morado que emana una sensación asfixiante y claustrofóbica horriblemente familiar que… desaparece en un instante. Asi somo si hubieran apagado un televisor, todo se queda en negro.
—¡¡Marco!! ¡¡Marco!! —el profesor Nicolás me regresa a la realidad con sus gritos desesperados mientras me agita.
—¿Qué… pasa…? —pregunto desconcertado.
—Que alivio… despertaste… —suspira tranquilizándose—, te deje en claro que me avisaras en cuanto notaras cualquier cosa, no era un capricho, ¡Era una advertencia!
No entiendo su angustia o por qué se ve tan alterado… hasta que me percato del entumecimiento en mi brazos.
—¿¡Que rayos!? —exclamo asustado al ver la petrificación cubriendo hasta arriba de mis codos.
—Tranquilo, estarás bien —dice sosteniéndome de los hombros para luego sacar un cristal de la bolsa—, mis más sinceras disculpas Marco, debí haberte advertido de manera más clara, no hablarte con puros acertijos…
El profesor se ve realmente angustiado, pero no pierde el tiempo y pone el cristal sobre mi piel petrificada, esta no tarda más de unos segundos en empezar a volver a la normalidad una vez que la reversión empieza.
Me quedo callado por miedo a interrumpir un proceso que no sé qué tan delicado es. Veo a unos metros de mi un cristal, el cual probablemente era el que sostenía entre manos y que… ¿Causo esto?
—No entiendo… —digo en cuanto las ultimas costras se hacen polvo—, pensé que los cristales solo podían revertir la petrificación... no causarla.
—Por si solos son inofensivos… pero lo viste ¿Cierto? —pregunta mientras levanta la mirada y me ve a los ojos—, la energía que hay dentro ¿La sentiste?
—Si… era turbia y violenta… pero a la vez hipnotizante —contesto rememorando la imagen en mi mente—, había otra más, una muy diferente, monótona y… simple, es extraño pero en mi mente se veían como un mar hirviendo y un lago con pequeñas ondas en su superficie.
—Y ambas hicieron contacto.
—Exacto… la del cristal empezó a consumir a la segunda lo cual por alguna razón me hacía sentir… asfixia… acaso esa otra era… ¿Mi "alma"? —encuentro difícil que ese sea el caso pero es lo primer que viene a mi mente.
—Soy incapaz de confirmar o negar que eso que viste es algo parecido a un "alma" —contesta midiendo sus palabras—, no obstante, tu respuesta es, en efecto, correcta, ya que es la mejor manera de ejemplificarlo, a mi consideración podría tratarse de la representación que nuestra consciencia puede visualizar de sí misma, pero podemos dejar esa discusión para después, llevas mucho tiempo bajo el sol.
Siento el cuerpo adormecido asi como mucha hambre, lo que se sintieron como minutos en realidad fueron como dos horas… fue como haber tenido un sueño lucido… pero con peligro de muerte, o al menos eso parece dada su reacción.
—Veras, te pedí que indagaras por tu cuenta porque es la mejor manera de percibirlo, si te hubiera dicho que buscar tu juicio estaría sesgado por mis palabras y podrías terminar imaginándolo en vez de realmente "verlo" —me explica mientras hace un té una vez que estamos en el sótano.
—Entiendo eso… pero no el cómo las cosas terminaron asi o el punto de haber tenido que pasar por todo esto en primer lugar.
—Para controlar estas nuevas "energías", que a posteriori te permitirán revertir la cristalización asi como controlarla a voluntad, es necesario aprender a visualizar y/o sentir la frecuencia que estas emiten, es el principio bajo el que se rige todo lo demás.
—Pero esto vas más allá… —respondo aun con el vivido recuerdo—, fue algo indescriptible… algo que nunca antes había sentido.
—En efecto, no hay precedentes para algo asi… por lo que tengo dos teorías —explica sentándose a mi lado y dándome una taza de té—, no te preocupes, no es de jengibre.
—Está bien, usted siga —respondo con impaciencia aunque deteniéndome para oler el té con desconfianza.
—Prosigo con mi primer teoría: Los cristales son excepcionalmente especiales per se, capaces de emitir una energía que un humano es capaz de percibir tal cual un reno lo hace con la luz ultravioleta.
—¿Los renos qué?
—O por otro lado, los que son excepcionalmente especiales somos aquellos que sobrevivimos al cataclismo inicial —explica ganándose mi completo interés con esa segunda teoría—. Como sabrás, aquellos que despertamos, lo hicimos sin presentar cambios aparentes, no obstante, la gran mayoría de la población nunca despertó, al menos no humanos.
—Y… ¿Qué nos hace especiales? ¿Por qué no nos afectó?
—Ahí es a donde quiero llegar. Y si… ¿También dejamos de ser humanos?
—¿Qué dice? —replico consternado por su respuesta.
—El quienes y el cuándo despertamos pareciera que en principio fue arbitrario, no distinguió entre género, edad o etnia… a lo mucho pudo haber sido el que tan expuestos estuvimos dada nuestra ubicación en dicho momento… pero esa es una hipótesis sin fundamente real —continua solo haciendo pausas para beber de su té—, por lo que es posible que lo que definió nuestra supervivencia fue algún gen que logro resistir lo suficiente la "infección" para evitar que toda la secuencia de nuestro ADN mutara al grado de convertirnos en esas cosas.
—Pero entonces, ¿Seguiríamos siendo humanos no?
—Es difícil decirlo, ¿Dónde marcar la diferencia genética que dista al Homo Sapiens Sapiens del Homo Sapiens? ¿Y entre el Homo Sapiens Sapiens y lo que somos ahora? —pregunta al aire filosofando—, si encontráramos un espécimen que presenta alguna capacidad extraordinaria que no comparte con otros de su especie como, no sé, crear y recubrir su cuerpo con piedra a voluntad, sería una buena línea para marcar la diferencia entre una nueva especie y otra.
—Entonces… solo un gen nos separa de convertirnos en monstruos —digo con una mezcla de miedo y aversión… creo que ahora entiendo un poco más a Rubén.
—Es más complejo que eso, probablemente. Estas son solo un par de teorías con las que Cruz y yo dimos intentando encontrarle sentido a todo esto.
—Entiendo… pero ¿Cuál era el punto? —pregunto intentando volver al tema tras irnos por las ramas—, ¿Mutamos en algo que es capaz de sentir esa energía?
—En efecto, al menos en teoría asi podría ser, esta especie de mutación bien pudo haber creado esta energía que percibimos dentro de nosotros y en el cristal o por otro lado, puede que solo nos haya dado la capacidad de percibir algo que siempre estuvo ahí —dice a la par que finaliza su taza.
—Entonces realmente hay una posibilidad de que se trate del alma… Y si ese fuera el caso… los cristales son ¿Personas…? ¿o su almas? —me horrorizo al pensar dichos fragmentos podrían estar "vivos" de alguna manera y estamos matando personas al usarlo.
—Quizá eso ya es especular mucho, nos estaríamos metiendo en el campo de la teología y algunas "ciencias" alternativas, como a muchos les gusta llamar —responde un tanto conflictuado de como expresar su opinión—, en lo que a mí respecta, es solo algo que aún no hemos podido estudiar suficiente, al final la energía es todo, es luz, es masa, es química, todo.
—Ahora si me estoy perdiendo un poco…
—Estas siguen siendo las teorías de un viejo profesor en el fin del mundo, asi que no les des muchas vueltas, por ejemplo, Cruz defendía su idea de que esto era la prueba irrefutable de la existencia del alma asi que podría estar de acuerdo con lo que dices, después de todo, era una persona muy espiritual, no obstante, al estar formada en el campo de la bioquímica, siempre busco equilibrar sus creencias con la ciencia, aun si existiera el alma, defendía de manera acérrima el hecho de que solo era una parte más de nosotros, no nuestra completa identidad y existencia.
—Entiendo… creo…
—Me estoy desviando demasiado, lo que quiero decirte es que podemos haber ganado la batalla genética en primera lugar, pero esto no se trata de un virus o una bacteria, sino de algo parecido a la radiación nuclear, por más resistencia que tengamos ser expuestos directamente logra afectarnos.
—¿Radiación? —digo mientras veo los cristales con miedo.
—Son solo ejemplos, la manera en que esta energía puede afectarnos es cuando es inyectada directamente por medio de los colmillos y garras de esas cosas… o si le "abres la puerta" sin tomar precauciones, como lo que paso con el cristal, no la neutralizaste por lo que empezó a afectarte negativamente.
—¿Y cómo evito que entre?
—No lo evitas, la neutralizas. Cuando dos frecuencias cuya diferencia de constantes de fase sea igual a π más 2kπ radianes entran en estado de contrafase… —me pierdo por completo tras solo un par de palabras de su efusiva explicación, por lo que al notarlo el profesor Nicolás da un respiro y busca otro ángulo—, en palabras más simples, visualiza de nuevo el lago que mencionaste, imagina que dos hojas idénticas caen al mismo tiempo en posiciones opuestas y crean ondas en el agua, ¿Qué pasa cuando se encuentran?
—¿Se contrarrestan?
—En efecto, se anulan, se cancelan, se neutralizan.
—Creo que lo comprendo… pero aun asi la energía del cristal es caótica a más no poder.
—En efecto, es caótica, igual que la que emiten las costras de piedra, por lo que el secreto está en revertir y posteriormente redireccionar la energía del cristal hacia dichas costras.
—¿Cómo haga eso?
—Con mucho entrenamiento, al final es cuestión del control de tu propio cuerpo y las reacciones químicas del cerebro —dice sin dejármelo claro—, piensa en como tu cerebro emite impulsos eléctricos para mover tus dedos, ahora imagina como dar una voltereta, todo el proceso a detalle y a nivel celular implica una complejidad enorme, pero en la realidad solo se necesita práctica.
—Todo esto de la energía, los cristalizados, la mutación… suena más a magia que a ciencia —suspiro rindiéndome en entenderlo a detalle y dándole un sorbo al té que no tiene un muy buen sabor… menos ahora que esta frio.
—El fuego, los eclipses, la medicina, todo era magia hasta que lo estudiamos, nunca olvides eso —replica con entusiasmo—, aunque seré claro, esto está a otro nivel, al punto de que son las emociones las que funcionan como catalizador para todo esto, suena como magia de fantasía en la que utilizas el poder de la amistad y el amor, pero la realidad es que hasta las emociones son ciencia, son reaccionan químicas que segregan dopamina, endorfinas, adrenalina, cortisol, etc.
—Pero eso es distinto…
—No es distinto, nuestras emociones pueden afectar procesos biológicos de mil maneras distintas, desde hacerte una ulcera gástrica hasta mejorar el estado de tu piel y no por eso las llamamos magia, tu tranquilo, con la practica comprenderás la teoría de manera más profunda.
—No sé cómo ha aprendido tanto en tan poco tiempo… todo suena muy complicado.
—Toda nuestra existencia y el mundo que nos rodea es complicado, la diferencia es como lo abordas y estudias, es decir, hasta explicar el hipo puede sonar como algo complejo.
—Se cómo funciona el hipo, es sencillo.
—Pero lo puedes hacer sonar asi: es una contracción espasmódica, involuntaria y repetitiva del diafragma y los músculos intercostales que provoca una inspiración súbita de aire. El nervio frénico controla la contracción y relajación del diafragma. Si el nervio frénico envía impulsos anómalos, el diafragma se contrae de forma repentina provocando una inspiración súbita anormal y el cierre brusco de la glotis —explica hablando muy rápido y… si, haciéndolo sonar más complejo de lo que es.
—Está bien, creo que tiene razón.
—Regresando al tema, el proceso de control de la cristalización funciona a base de replicar la frecuencia de la energía del cristal con la de tu interior para después dirigirla a través de tu cuerpo y emitirla por tu piel —mientras habla hace una demostración sencilla recubriendo su mano derecha con piedra—, suena a algo de otro mundo pero al final es como aprender tensar un musculo que no solías usar. Con un poco de entrenamiento crear piedra se vuelve tan natural como controlar tu vejiga.
—¿Y cómo es que la ciencia explica el hecho de que estamos violando la ley de la física que dice que no se pueden crear cosas de la nada? —pregunto saliendo un poco del tema.
—En efecto, es imposible, ya lo dijo Lavoisier, la materia no se crea ni se destruye… pero si se transforma —responde sonriendo y haciendo énfasis en esa última frase—, escapa de mi conocimiento el "como", pero esta energía se transmuta en piedra como si de alquimia se tratase, es decir, en teoría es posible convertir el plomo en oro quitándole tres protones con un acelerador de partículas.
—Esto parece estar más lejos que eso.
—En efecto, de por si eso de convertir plomo en oro demanda una cantidad de energía abismal, asi que desconozco cómo es posible esto de la petrificación, pero debe tener una explicación científica.
—¿Esta seguro…? ¿Y si esto va más allá de la ciencia? —pregunto cuando todo el tema de Adler y lo relacionado a Gaia viene a mi mente…
—En efecto, de no ser por el apocalipsis este sería el descubrimiento del siglo… no, del milenio —exclama con entusiasmo—, mi pasión por la educación me causo una gran hambre de conocimiento, quería saber todo para poder responder cualquier pregunta que cualquier alumno me hiciera, claro que era imposible y muchos jóvenes ni se molestan en saber cómo funciona un refrigerador, pero a mi pequeño Nick le fascinaba hacerme todo tipo de preguntas… estoy seguro que ahora debe tener muchas para hacerme, por lo que debo descifrar este misterio… aunque puede tomarme un tiempo, más si divago una y otra vez como en este momento
—Aun si se va por las ramas constantemente la manera en que explica las cosas las hace sonar muy interesantes, se lo dice alguien que nunca ha sido el alumno más apasionado.
—Te lo agradezco, quiere decir que tantos años como maestro no han sido en vano.
Su amor por la enseñanza y el conocimiento es indudable, incluso digno de admirar. Desconfié de él al principio, tanta bondad parecía una trampa, pero en este corto periodo de tiempo me ha demostrado que solo es una gran persona… y eso solo me hace sentir peor sobre lo que le he estado ocultando con respecto al origen de todo… o al menos al supuesto origen.
—Bueno Marco, ha sido una plática reconfortante, ¡Pero es hora de proseguir con tu entrenamiento! —vocifera con determinación.
—¡No! Hay algo que… —lo detengo por impulso pero las dudas me dificultan continuar.
—¿Sucede algo?
—Profesor Sapiens, digo, Profesor Nicolás… debo ser honesto con usted, hay algo que he estado ocultando… —su mirada consternada me pone nervioso aun cuando se sienta a mi lado con tranquilidad.
—Marco, si algo que presenciaste o cometiste en estas semanas te está atormentando debes saber que en una situación como esta es natural cometer errores o… hacer lo necesario para sobrevivir —me dice en un intento de consolarme.
—No, no… no es algo como eso, es acerca de… lo que causo este "apocalipsis"… o más bien sobre quien… —el profesor levanta una ceja, sorprendido y a la vez escéptico ante mi afirmación—, sé que sonara como que estoy loco… incluso aun me cuesta aceptarlo… pero creo tener razones para asegurar que si es real…