—El Santo de la Espada Arroyo Claro retrocedió medio paso, sintiendo un apretón en su pecho mientras su sangre subía con fuerza, y casi le saltó un bocado de sangre fresca.
Notando la anomalía del Santo de la Espada Arroyo Claro a su lado, el Santo Espadachín del Dao Divino —preguntó inmediatamente— Santo de la Espada Arroyo Claro, ¿qué te pasa...?
—Es nada, en verdad, no esperaba que este Ciudadano de Xia pudiera resistir mi golpe; fue un descuido de mi parte.
El Santo Espadachín del Dao Divino se sintió algo inquieto aunque él había sido el primero en atacar, comprendía claramente que su acción iba dirigida a atraer la atención de Su Chengyu para el Santo de la Espada Arroyo Claro.
Su verdadero movimiento mortal era sin duda ese golpe de espada, natural hasta el punto de ser inevitable.
