—¿Esta persona... es un cultivador? —Yu Yanshu abrió su boca en cierta asombro. Aunque la aura de Oda Kurayama tenía algo de disfraz, ella aún hizo tal juicio.
Al escuchar a Yu Yanshu decir esto, la última pizca de incertidumbre en el corazón de Su Chengyu se disipó. Él dijo:
—Eso parece, pero no esperaba que el Emperador del Puerto del Amanecer escogiera este camino de cultivo.
Yu Yanshu parpadeó y dijo:
—Probablemente no haya muchas personas que hubieran podido ver a través de eso.
Su Chengyu asintió. Incluso él, a esta distancia, solo había sentido algo extraño pero no podía llegar a una conclusión.
Si no fuera por Yu Yanshu que hablara, Su Chengyu no hubiera creído tal absurda verdad.
—No está mal la vista, para ser capaz de discernir los detalles de mi discípulo. No hay muchos en el País de Xia que puedan hacer eso.
