Un shuriken desde fuera de la ventana voló horizontalmente y Ye Qingci levantó ligeramente la mano y atrapó el delicado shuriken con las yemas de sus dedos.
—Este es su plan para mañana, señorita Ye, me retiro primero. Espero... que nos encontremos de nuevo —la voz de Jiugui resonó desde lejos, claramente alterada de manera que Ye Qingci no pudiera discernir su paradero.
Ye Qingci sabía que perseguirlo sería inútil, ya que era imposible atrapar a esta figura evasiva; no se molestó en perder su esfuerzo y simplemente lo dejó ir.
Inclinando su cabeza, ella abrió la inteligencia de la Sociedad Izumo dejada en el shuriken. Como siempre, Jiugui tenía registros detallados de dónde se habían colocado barreras y prohibiciones por la Sociedad Izumo y dónde se había desplegado el mayor personal.
Aunque Ye Qingci nunca había confiado en Jiugui de Yihe, tenía que admitir que su habilidad para recopilar inteligencia era de hecho fuerte.
