—Señor Su, es hora —acompañado por el recordatorio de Hua Qian, Su Chengyu emergió lentamente de su cultivación.
—Vamos —con las palabras de Su Chengyu, Hua Qian se levantó para guiar el camino.
Aunque ahora todos en el País Liuli sabían que Su Chengyu venía del País de Xia, Su Chengyu todavía estaba aquí bajo la apariencia de la identidad de la familia Hua. Por lo tanto, continuó adhiriéndose al protocolo, siguiendo detrás de Hua Qian, y siguió con su papel de guardaespaldas.
Mientras descendían al piso inferior en el ascensor, al salir, una fila de visitantes inesperados cruzó directamente en frente de Su Chengyu.
Varias miradas se entrelazaron en el aire, y la mirada de Su Chengyu barrió involuntariamente el rostro de una joven de aspecto puro.
Cuando sus ojos se encontraron sin una palabra, ambas partes ya habían pasado el uno al lado del otro.
