Su Chengyu pensó que esta vez sí iba a morir, pero inesperadamente, en este crítico momento entre la vida y la muerte, la Princesa Lin An cargó en el Array sin dudarlo para rescatarla.
—Lin An, tú...
—¡Cállate! Date prisa y piensa en una manera, rompamos este Array juntas —Lin An agarró a Su Chengyu, hablando con una cara fría.
Su Chengyu sacó varios elixires y los tragó, el Espejo Celestial podía resistir temporalmente ser devorado por el Array.
Sin embargo, ahora que ambas estaban en el centro mismo del Array, el poder devorador era extremadamente fuerte, y salir del Array era tan difícil como ascender al Cielo.
La Alabarda del Cielo del Páramo arriba de ellas continuaba liberando su aura asesina. La alabarda vibraba como si quisiera liberarse de los últimos dos rayos de luz que la ataban y destrozar el Array.
El acto de abnegación de Lin An por ella, Su Chengyu lo grabaría en su corazón.
—¡Carguemos juntas para salir! —dijo Lin An.
