El Maestro Cang Qing pensó por un momento y luego jugó un dos de bambú, causando que una expresión de placer se esparciera por el rostro del Maestro Cangsung debajo de él. —Hermano mayor Líder de Secta, he ganado —exclamó.
Los otros dos ancianos siguieron y colocaron sus fichas. Tres campanadas resonaron del golpe del Maestro Cang Qing, provocando una erupción de risa triunfal que llevó al Maestro Cangsung a comentar:
—Hermano mayor Líder de Secta, sabía que tenías una mano fuerte, lástima que tuviera que terminar así.
Frustrado, el Maestro Cang Qing se golpeó el pecho y pisoteó el suelo, empujando las fichas de mahjong frente a él. —¡Otra vez! ¡Otra vez! —exigió.
—Maestro, primero deberías ayudarme.
—¿Ayudar con qué? ¿No viste mi derrota? Si me hubieras ayudado a elegir antes, quizá no hubiera jugado el dos de bambú. Fuera de aquí.