Su Chengyu sabía que contra este medio hermano suyo, no tenía espacio para resistir o contraatacar.
Si hubiera sabido desde el principio que Yu Feng estaba aquí para matarlo, hubiera preferido morir a manos de Bei Tang Qi Meng. De esa manera, no tendría que enfrentarse a la dura verdad de que su madre biológica lo veía como una desgracia y una mancha que necesitaba ser eliminada.
Una realidad tan dura era inaceptable para cualquiera.
—¡Mátame, solo mátame! Pero quiero que sepas, no soy un cobarde y no soy una desgracia para nadie —dijo Su Chengyu, enfrentando desafiante la muerte.
—Tu llamada valentía es una broma frente a mí. Arrodíllate y recibe tu fin —respondió fríamente Yu Feng.
Al escuchar estas palabras, Su Chengyu enderezó su pecho, lleno de una especie de determinación indignada. Miró a Yu Feng, sin someterse ni mostrar miedo.