—Maestro, ¿puede manejar esto solo? —preguntó Yu Yanshu.
Su Chengyu sonrió con suficiencia:
—Aunque no pueda ganar, todavía puedo correr. No te preocupes, a tu maestro le da miedo la muerte. No haré nada tonto. Vayan todos primero.
Liu Yan y Fang Qing suspiraron silenciosamente. Justo el otro día habían sido emboscados por un asesino. Solo unos pocos días habían pasado pacíficamente desde entonces, y ahora otro enemigo fuerte venía a su puerta.
Todos entendieron que desde que Su Chengyu entró en el mundo del cultivo, era imposible seguir viviendo una vida ordinaria como antes. Lo que les preocupaba era la seguridad de Su Chengyu. Se sentían culpables de no poder ayudarlo cuando estaba en peligro y podrían incluso convertirse en una carga.
Yu Yanshu guió a las dos chicas por la parte trasera de la villa. Este era el pasaje de escape que Su Chengyu había establecido después de renovar la villa número uno, permitiéndoles abandonar Bahía Yulong rápidamente.