—¡No tienes ninguna oportunidad, tengo un esposo! —Lin Chuxue solo estaba dispuesta a hablar con Jin Pengju debido a las hierbas medicinales. ¿Cómo podría darle a Jin Pengju alguna oportunidad en su conversación?
Al saber que Lin Chuxue ya tenía un esposo, Jin Pengju se sintió muy incómodo y maldijo por dentro. Una mujer tan hermosa, se preguntó qué cerdo tendría tanta suerte de tenerla. ¡Qué frustrante!
De todos modos, Jin Pengju no abandonó sus perversos pensamientos. En cambio, su determinación de poseer a Lin Chuxue se hizo más fuerte. Una belleza deslumbrante como ella, pensó, debería disfrutarla él mismo y no permitir que otros se induljan con ella. De lo contrario, sería un gran pecado y un arrepentimiento.
Jin Pengju suspiró a propósito y dijo:
—Una dama gentil es la buena compañera de un caballero. Es natural que me admire de tu irresistible belleza. Es una lástima. Sin embargo, como ya estás comprometida, no insistiré con mis intenciones.
