En este punto, los trabajadores ya habían pulido el jade. Era del tamaño del puño de un hombre adulto y de la más alta calidad de Verde Imperial, dejando a todos boquiabiertos.
—¡Felicidades, señor! No esperábamos encontrar una pieza tan grande de Verde Imperial de primera calidad en esta piedra bruta tan discreta. ¡Su ojo perspicaz es verdaderamente admirable! —exclamó uno de los trabajadores.
El jefe del negocio de apuestas en piedras sujetó cuidadosamente el jade con ambas manos y se lo entregó a Su Chengyu.
Yuan Bo estaba sinceramente convencido:
—¡El señor Su verdaderamente tiene una visión divina! Es ridículo que yo estuviera mostrando mi experiencia y discernimiento justo frente a usted. Me he hecho el ridículo.
Los demás observaban con admiración y envidia, sus conversaciones a todo volumen.
—¡Qué genial! El señor Su parece estar en sus veinte años y tiene un ojo tan increíble, nos ha dejado completamente impresionados —comentó uno de los presentes.
