Su Chengyu se sentó en el coche, utilizando su Sentido Divino para percibir la situación en la casa de Xia Ruolan. Si Li Wanpeng seguía pegándole a Xia Ruolan, él intervendría.
Percibiendo que Xia Ruolan lloraba desconsoladamente a través de su Sentido Divino, Su Chengyu solo pudo suspirar.
Una mujer tan buena como la Profesora Xia tuvo que encontrarse con un marido así, era realmente lamentable.
Solo después de confirmar que nada sucedía en la casa de la Profesora Xia, Su Chengyu se fue y regresó al hotel a descansar.
La siguiente mañana, Su Chengyu llamó por teléfono a Xia Ruolan.
—Profesora Xia, ¿está bien?
—Estoy bien ahora, gracias por preocuparse por mí. Anoche, usted vio una escena vergonzosa, espero que no se haya reído de mí —dijo Xia Ruolan al teléfono.
—Profesora Xia, no diga eso, lo siento mucho, causé algunos malentendidos —dijo Su Chengyu, lleno de arrepentimiento.
