—Señora, ya es muy tarde, debería descansar y cuidar su salud. El maestro seguramente regresará —le dijo una de sus sirvientas mientras le servía una taza de té calmante a Xu Nanzhi.
—Si no regresa en un día, esperaré un día. Si no regresa en diez días, esperaré diez días, hasta el día en que muera —dijo Xu Nanzhi, su mirada nunca dejando el camino. Xie Wanrong entendió que sus palabras no cambiarían la decisión de Xu Nanzhi y se retiró en silencio.
—Pequeña Blanca, ¿cuánto falta para que regrese? —preguntó Xu Nanzhi, acunando a Pequeña Blanca en sus brazos y acariciando su pelaje.
—No te preocupes, él sigue vivo. Tengo un contrato del alma con él. Si hubiera muerto, yo habría sentido una contracarga —respondió Pequeña Blanca.
—Creo que volverá —dijo Xu Nanzhi.
—Deberías descansar. Tu salud es más importante. No deberías esforzarte tanto —aconsejó Pequeña Blanca.