—Por cierto, ¿cómo va tu lesión? —preguntó Fang Qing.
Su Chengyu levantó la ropa, mostrando que no quedaba rastro de lesión en su cuerpo. Fang Qing se frotó los ojos y exclamó:
—¡Los cultivadores son realmente extraordinarios! Una lesión tan grave y ni una sola marca queda.
Ella observó con sus propios ojos cómo Su Chengyu fue golpeado hasta quedar como una pulpa ensangrentada ayer. Sin embargo, en una sola noche, todas sus heridas se habían curado completamente. Solo un cultivador milagroso podría lograr tal hazaña.
Después de comer, Fang Qing preguntó:
—¿Puedes contarme sobre la cultivación?