He Shouxin había lanzado su ataque. Era feroz y letal, y el impulso detrás de él era impresionante. Sin embargo, Su Chengyu permaneció en su lugar, sin moverse.
Liu Yan, con lágrimas corriendo por su rostro, gritó con una voz desgarradora:
—¡No hagas esto!
Fang Qing en el suelo, apenas capaz de levantar la mano, habló con un tono débil y desesperado:
—Por favor, ¡no lo hagas!
Lin Chuxue sintió un repentino y agudo dolor en su corazón, como el pinchazo de una aguja. Avanzó sin pensar y rápidamente cerró los ojos, resbalando una lágrima por su mejilla.
A pesar de su exterior duro y sus sentimientos de ira hacia él, nunca podría desprenderse de este hombre al que amaba y odiaba. Un dolor desgarrador llenaba su corazón y no podía soportar ver a Su Chengyu morir en el acto.
Sin embargo, una sonrisa siniestra se asomaba en la esquina de la boca de Yuan Chaoqun:
—¡Muere! Sin ti, Su Chengyu, no habrá nadie que me impida apoderarme de la Familia Lin! —pensó.