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—¡Salpicadura!
En una montaña a cientos de millas de JinPing, Su Chengyu, completamente desprovisto de su energía espiritual, acababa de mostrar su rostro cuando escupió un bocado de sangre.
Con el rostro pálido volviéndose, Su Chengyu miró en dirección a JinPing, asegurándose de que no quedara más qi rastreándolo, antes de finalmente relajar su vigilancia.
Tras tragar un elixir, Su Chengyu estabilizó su estado mental y comenzó a recuperarse de las lesiones mortales que cubrían su cuerpo.
Con sus meridianos completamente cortados, su mar de qi en tumulto y su alma de Dios maltratada, la gravedad de las lesiones de Su Chengyu era más aterradora que nunca.
Que Su Chengyu aún permaneciera consciente en este momento podía considerarse nada menos que un milagro.
—¿Es realmente tan aterrador un golpe con toda la fuerza desde el Pico del Vacío Hueco? —murmuraba Su Chengyu para sí mismo.