—¡Basura! ¿Cómo pudiste permitir que alguien se infiltrara en el santuario y hasta perder el Verdadero Sello Imperial del Dragón! ¡Un fallo que no podría enmendarse ni aunque murieras mil veces! —La lujosa copa de tallo alto fue lanzada directamente a la frente de Chiyomiko. Chiyomiko no se atrevió a usar su mana para bloquearla, dejando que la copa golpeara su cabeza y la sangre fluyera libremente.
—Su Majestad, es ciertamente negligencia de nuestro santuario, pero tenga por seguro que el invasor no ha escapado. Dame un poco más de tiempo, y seguramente lo arrastraré fuera del Palacio Dorado Liuli —Hmm, más te vale, porque sino no podré protegerte cuando llegue el momento —respondió la mujer vestida con una túnica amarilla con dragones fríamente.
—Chiyomiko tomó una respiración profunda y dijo:
—Entiendo, entonces sobre esa persona distinguida... —No te preocupes; está en reclusión. Aunque necesite informarle, no será en este momento, pero a ti no te queda mucho tiempo.