La llamada se conectó rápidamente.
—Hermana Qingqing, ¿adivina quién es? —bromeó Ren Feifan, curvando sus labios en una sonrisa.
—Tú pillo, ¿acaso el sol salió por el oeste hoy? ¿Qué te hizo pensar en tu Hermana Qingqing? ¿Cuándo vendrás a Ciudad de Lin? Te cocinaré sopa de costillas.
—No voy a Ciudad de Lin.
—¡Ah! —Sun Qingqing palideció de la sorpresa—. ¿Piensas que la Hermana Qingqing se ha vuelto vieja, con una figura poco atractiva y una voz desagradable... o es...?
Las palabras ansiosas de Sun Qingqing hicieron que Ren Feifan la encontrara algo entrañable.
Antes de que pudiera terminar, Ren Feifan la interrumpió:
—¿De qué estás hablando? Quiero que vengas a Ciudad Capital de ahora en adelante. He organizado todo para tu trabajo. Simplemente ven directamente a Farmacéutica Feifan en Ciudad Capital. ¡Te estoy ofreciendo un puesto de directora!
