Lo que asombró a Ren Feifan fue que el pequeño bote no requería ningún tipo de propulsión ni timón; navegaba automáticamente.
Pronto el bote zarpó de los mares cercanos al Océano del Este y comenzó a acercarse a Huaxia.
Su Mohan estaba de pie en la proa del bote, su rostro sin emoción, como una única y orgullosa ciruela de invierno.
Encajaba perfectamente con su nombre.
Ren Feifan no la molestó y en su lugar se sentó con las piernas cruzadas, concentrándose en su cultivación.
Los eventos recientes le habían mostrado que su reino no era suficiente. Fortalecerse era el único camino a seguir.
Después de consumir cinco Piedras Espirituales, Ren Feifan abrió los ojos y exhaló.
—¿Terminaste de cultivar? —preguntó Su Mohan.
—Sí, ¿a dónde se dirige este bote? —preguntó Ren Feifan.
Él estaba considerando buscar un lugar para desembarcar, luego tomar un avión o un tren de alta velocidad de regreso a la provincia de Jiangnan.