Un viejo y un joven se acercaban lentamente.
Ambos tenían tatuajes peculiares en sus brazos, sus ojos destilaban un atisbo de intención asesina.
—Maestro, ¿es cierto lo que dijo antes sobre aumentar nuestra fuerza transformando vírgenes en Gu? —un joven vestido de negro, llevando una máscara, preguntó con tono frío.
Al terminar, el joven se quitó la máscara, quizás debido al calor, revelando un sorprendente patrón negro en la mitad de su rostro, algo siniestro.
Al observar más de cerca, el patrón se asemejaba a una araña.
El mayor, que llevaba un sombrero de paja, se mantenía levemente encorvado, con cabello blanco en su cabeza. Su cara estaba surcada de arrugas, haciéndolo difícil discernir sus facciones. Su barba blanca ondeaba en el viento, sugiriendo cierto encanto en él.
Llevaba atada a su espalda una jarra, decorada con una variedad de runas, como si algo estuviera sellado en su interior.
Su voz antigua de repente expresó:
