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Quizá porque se había recuperado de su enfermedad, Aurelia Green lucía bastante animada y enérgica, de pie, rebosante de vida.
Al ver llegar a Peter Brown, Aurelia Green lo saludó con una sonrisa —Pedro, pasa y toma asiento.
Después del saludo, Peter Brown se fijó bien en el lugar. Era una zona de viviendas recién construidas en la montaña, especialmente dispuesta para aquellos que prestaban ayuda como ellos. Al entrar en la casa, Peter vio que el interior estaba luminoso y ordenado.
—Señora, ¿se está acostumbrando a vivir aquí? —preguntó Peter Brown.
Ante la pregunta, una oleada de emoción cruzó el rostro de Aurelia —Pedro, si no fuera por ti, no sabríamos qué hacer. Nuestra familia nunca podrá agradecer lo suficiente tu bondad.
—No digas eso, solo hago lo que debo.
—Pedro, primero toma un poco de té, los platos estarán listos pronto.
Quinn Walker ya había traído una taza de té caliente.
Al tomar el té caliente, Peter preguntó —¿Necesitas ayuda en algo?