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Era la profundidad de la noche y no había nadie alrededor. Los tres no tenían pertenencias importantes con ellos. Pedro vio el vestido de Elena en el suelo, lo recogió y se lo entregó a ella.
Elena rápidamente se puso su vestido, sin atreverse a mirar a Pedro.
—Él está bien ahora. Por favor, ¿qué está pasando? —preguntó Pedro, con su curiosidad despertada.