—Está bien, aún no hemos comido, ¿así que díganos dónde nos van a invitar a una comida? —dijo Pedro con una sonrisa.
—Conozco bien Kingston, así que qué les parece esto: ya que todos nos estamos conociendo hoy, ¿por qué no vamos todos a comer juntos? Yo invito —respondió rápidamente Zhou Ying.
Maurren lanzó una mirada a Pedro.
—Suena bien —dijo Pedro con una sonrisa, entendiendo que Zhou Ying quería relajar la tensión y construir una relación más cercana.
—Bueno, entonces vamos todos juntos —dijo Maurren, aliviada, ya que sus respectivas familias tenían conexiones y la de ella tenía una buena relación con la de los Zhou. Era importante suavizar las cosas si era posible.
Zhou Ying, ahora más curiosa sobre el trasfondo de Pedro, se preguntaba por qué Maurren parecía prestar tanta atención a sus sentimientos aunque él no parecía particularmente notable. ¿Qué estaba pasando aquí realmente?
—Oliva, lleva a tu hijo contigo —señaló Zhou Ying a la mujer con el apellido Lu.