—Está bien, ve y llama a alguien. Llámalos ahora mismo —soltó una carcajada William Cole.
—Solo espera, solo espera —se agarró la cara y rugió furiosamente Delores McGee.
Sacó su celular y empezó a marcar, llorando y quejándose por teléfono. Estaba realmente enfurecida. Se había encariñado con un ejecutivo de la compañía y había recibido un trato especial, lo que la hacía algo así como la hermana mayor de la empresa.
¿Quién no sabía sobre su estatus e identidad?
Por eso Delores McGee había desarrollado una personalidad tan desenfrenada.
No esperaba ser abofeteada y tirada al suelo por William Cole en la calle, frente a tanta gente que normalmente intentaba ganarse su favor, lo que fue un gran golpe para su orgullo.
Después de hacer la llamada, Delores McGee miró a William Cole con una sonrisa burlona:
—Solo espera. Mi novio estará aquí en quince minutos. Estás acabado después de golpearme —afirmó.