Temprano la mañana siguiente, después de lavarse la cara, William Cole se apresuró al lugar del incendio en Farmacéutica Trece.
La mitad superior del edificio entero se había reducido a escombros.
William miraba al personal de bomberos trabajando de un lado a otro en el sitio. Su espíritu estaba agotado, después de haber pasado la noche anterior revisando las grabaciones de seguridad sin encontrar ningún indicio de Eloise Torres.
En este punto, si Eloise Torres había desaparecido con el antídoto y el disco duro, nadie podría encontrarla.
—Sr. Cole, el recuento inicial está listo —se acercó una secretaria, sosteniendo una carpeta, su camisa blanca manchada con hollín negro.
—Hemos perdido un total de diecisiete laboratorios y más de treinta almacenes de materia prima, y diez unidades de refrigeración se destruyeron.