Todos miraron a Laura.
—Papá. Mamá, Hermana… todos muertos, están todos muertos —Laura se agachó allí, sufriendo al recordar.
—¿Qué pasó exactamente? —insistió William Cole.
Laura se cubrió los oídos, sacudiendo la cabeza continuamente, las lágrimas fluyendo —Hermano Cole, ¿puedes dejar de preguntar?
—Tengo miedo… uh uh uh…
Su mirada era lastimosa, temblaba de miedo, evocando simpatía de los demás.
—Está bien, Hermano Cole no preguntará más —William se acercó rápidamente e insertó dos agujas de plata en los hombros de Laura.
Ella tembló un poco, y su corazón agitado finalmente se calmó mucho.
William la ayudó a levantarse y le pidió que se sentara y descansara adecuadamente.
Después de unos minutos, al ver que Laura se había calmado significativamente, William preguntó —Laura, ¿cómo te sientes ahora?
—Mucho mejor —Laura asintió afirmativamente.
William no preguntó más. Laura miró a Rose tendida en la cama de bambú y se mordió el labio.