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Cuando William Cole pronunció estas palabras, la matriarca entrecerró los ojos. Al instante, todos los láseres infrarrojos externos convergieron en la cabeza de William Cole.
En ese momento, si la matriarca daba la orden, la gente de afuera abriría fuego.
—¡Matriarca! —Todos inhalaban aire en shock.
Sin embargo, la matriarca permaneció indiferente, sentada allí, sonriendo a William Cole.
—Ahora, ¿sigues diciéndome que te niegas? —William Cole permaneció allí de pie, sonriendo y negando con la cabeza, un atisbo de burla en sus labios. —Matriarca, puedes matarme ahora, pero como mucho, dentro de tres meses, tú también estarás empujando margaritas desde abajo.
Todos los presentes palidecieron y miraron a William Cole con incredulidad.
La matriarca también pareció haber pensado en algo, su voz se tornó amenazante:
—¿Has manipulado mi cuerpo? —No —William Cole negó levemente con la cabeza.
La matriarca claramente no estaba convencida.