Al escuchar la voz de Yagyū Kentaro, todos se quedaron helados. ¿No estaba William Cole lastimando al maestro de la casa? ¿Cómo había despertado el maestro?
¿Podría ser que William Cole realmente estaba rescatando a alguien?
En el momento en que sonó la voz de Yagyū Kentaro, Ishii Saburou supo que algo estaba mal. Su rostro se tornó sombrío, pero no se atrevió a hacer más movimientos.
—Padre, ¿estás bien? —Yagyū Yukihime se abrió paso urgentemente entre la multitud y corrió hacia la cabaña.
William Cole empujó casualmente la puerta de tatami, y sorprendentemente, Yagyū Kentaro se levantó, apoyándose con una mano en la puerta:
—Estoy bien. Solo tuve un ataque. Gracias al Señor Cole por salvarme la vida.
—¿Te atreves a ponerle las manos encima al Señor Cole? Después de la prueba de hoy, todos deben presentarse en la Sala de Ejecución para recibir treinta latigazos.
—¡Heh! —El grupo de samurái de la familia Yagyū afuera asintieron en acuerdo.
