—¡Mi hijo! —La mujer avanzó, sosteniendo a su hijo en sus brazos.
Sin dejar rastro, William Cole extendió la mano y presionó el punto en el pecho del niño.
Después de que la sangre negra se drenó, increíblemente, no salió ni una sola gota de sangre.
Incluso la herida era apenas visible.
—¡Qué corte tan rápido! ¡Qué técnica tan formidable! —Hugo Lawson, el presidente de la Asociación de Medicina China, levantó las cejas sorprendido y miró a William Cole.
Perforó el corazón del niño con un bisturí para drenar la sangre infundida con veneno de serpiente.
Este método requería no solo una experiencia médica excepcional, sino también demandaba un alto nivel de resistencia mental y habilidad personal. La ausencia de cualquiera de estos factores habría resultado en un fracaso.
Si William Cole hubiera dudado incluso por un segundo, o si el bisturí quirúrgico se hubiera desviado por una fracción de pulgada, el niño habría muerto sin duda.