Una zona tan privada estaba siendo azotada con fuerza por un extraño.
Más allá de su ira, Minnie Wright sintió involuntariamente un atisbo de emoción y vergüenza.
—¡No te muevas! Tus intestinos han acumulado gas tóxico. Necesito eliminar el gas antes de poder desintoxicarte —advirtió William Cole.
—Piénsalo, cuando estás estreñido, ¿no es que simplemente expulsas gas sin defecar? ¿Y no es el gas que expulsas terriblemente apestoso?
—Umm...
Minnie hizo una pausa, y luego asintió avergonzada.
Era una deshonra para ella, como una mujer hermosa, admitir algo así voluntariamente.
—¡Entonces, aguanta! Podemos comenzar el tratamiento solo después de que se haya expulsado completamente el gas tóxico.
—¡Zas!
—¡Zas!
William le dio dos palmadas más en el trasero a Minnie.
—Pfft pfft...
Minnie estaba completamente mortificada, sosteniendo un cojín y enterrando su cara en él, dejando que William continuara dándole palmadas mientras sus lóbulos de las orejas se volvían rojos.