—Por supuesto que es verdad —asintió seriamente William Cole.
—Está bien entonces, te creo —Hannah García miró fijamente a William Cole por unos segundos y rompió en una risita—. Iré a la entrevista mañana por la mañana sin falta.
—Ya es tarde, debería irme a casa.
—Podría llevarte —ofreció William Cole.
—No hace falta, ya has pasado tanto tiempo conmigo —Hannah García negó rápidamente con la cabeza—. Puedo tomar un taxi a casa sola.
Antes de que William Cole pudiera responder, ella le dio un beso ligero en la mejilla y se alejó.
—Nos vemos después, Will.
La mujer recogió sus sandalias y corrió descalza por la playa. Hizo señas a un taxi al lado del camino y desapareció de la vista de William Cole.
—Este chico —William Cole se tocó la mejilla, observando la figura que se alejaba de Hannah García—. Sacó su teléfono y marcó un número—. Hola, Joshua, soy yo.
—Hermano Cole, ¿qué pasa?
—Desde que salí del Salón Trece la última vez, mi padre no me ha dejado salir.