—Bip, bip —de repente, la tierra tembló. La gente fuera del Salón Trece instintivamente levantó la cabeza, mirando en la dirección de donde venía el ruido.
A ambos lados de la calle, cientos de excavadoras avanzaban.
Cientos de trabajadores con cascos de seguridad y palas llegaron en masa, bloqueando la entrada del Salón Trece.
Celia Torres lideró a un grupo de personas desde el Salón de la Misericordia Prosperar, apareciendo ante todos.
El rostro de William Cole se ensombreció ligeramente:
—Celia Torres, eres tú como esperaba.
Celia Torres parecía un poco angustiada. En sus ojos, William Cole no era más que una hormiga.
Sin embargo, esta hormiga tenía suficiente fuerza para resistir su primera ola de ataques.
No tuvo más opción que iniciar el Plan B.
—Humph, soy yo.
—William Cole, no esperaba que contraatacaras. Pero, ¿de qué sirve?
—Incluso si todos aquí saben que el Salón Trece está bien, sigue siendo una minoría.