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William Cole avanzaba con un palo roto en su mano, derribando a cada persona con golpes letales, rompiendo sus tendones y huesos antes de lanzarlos fuera del Salón Trece para que languidecieran y se lamentaran afuera.
La mirada de William era fría e indiferente, ¡se había ido su indecisión anterior!
La desgracia que enfrentaba hoy era toda por su bondad pasada.
Ver a Minnie Wright y a Effie Cole parecía haberle dado una epifanía.
Ser amable con los enemigos es crueldad hacia los propios.
Esta vez, William decidió que no se contendría más. No había nada malo en querer curar a los enfermos y salvar vidas con el corazón puro de un sanador, pero importaba quiénes eran los receptores.
—Vamos, Joshua, ven conmigo —de pronto habló William.
Joshua Hayes estaba atónito y miró a William —Hermano Cole, ¿adónde vamos?
William sonrió —¡A la Corporación Crane!