El tono de Basil Jaak era helado mientras lanzaba una mirada amenazadora a Kay.
—Kay temblaba y explicaba —Yo... esta vez digo la verdad, no me atrevería a engañarte más... Por favor, perdona mi vida, sollozo sollozo.
Si ni siquiera las noticias sobre Xenia Wendleton podían comprar su vida, a Kay no le quedarían opciones. Pensándolo, no pudo evitar sollozar incontrolablemente. Esta mujer, que se consideraba tan noble, estaba completamente aterrorizada por la muerte.
—¿Es así? Entonces dime, ¿dónde está Xenia ahora mismo? —Basil Jaak se inclinó, su mano izquierda agarrando el cuello de Kay, que era suave como jade blanco.
Con una mirada de pena, Kay observó a Basil Jaak y dijo —Si te lo digo, ¿me dejarás ir?
—¡Zas!
—Basil Jaak la abofeteó en la cara y gruñó ferozmente —¡No tienes derecho a negociar condiciones conmigo! ¡Si no me lo dices, llévate tus noticias al Inframundo e infórmale al Señor Yama!
