—¿Vas a delatarme?
Al escuchar la pregunta de Lin Dong, Chen Xiaoli agitó rápidamente sus manos, argumentando:
—No, en absoluto. Solo estaba hablando con mi colega por teléfono.
—¿Ah, sí? ¿Eso crees? —Lin Dong se encogió de hombros, indiferente al asunto.
—Lin Dong, ¿por qué has venido a buscarme otra vez? ¿Acaso Qincheng ha cambiado de opinión y quiere darme ese apartamento? —Los ojos de Chen Xiaoli brillaban mientras preguntaba.
—¿Qué estás pensando? ¿Crees que eso es posible? —Lin Dong se rió abiertamente.
Chen Xiaoli realmente quería ese apartamento.
De repente, dijo con fiereza:
—Lin Dong, ¿realmente todos sois tan desalmados que no me dais ese apartamento?
—Te aconsejo que pienses más claramente.
—¿Qué, si no me lo das, todavía quieres forzarlo? —Lin Dong se burló—. ¿Crees que lo mereces?
—¿No lo merezco? Entonces Lin Dong, no me culpes por ser despiadada. —Chen Xiaoli apretó los dientes, completamente paranoica debido a su codicia.