—Ah… —Chen Yingxue emitió un grito desgarrador, y con cada corte que Lin Dong hacía, ella gritaba de nuevo.
La situación era tan horrorosa que hizo temblar de miedo a los espectadores.
Incluso Chen Yingxue, una mujer tan malvada, reveló un profundo sentido de temor.
—Déjame ir, solo déjame ir. Detente… —suplicó Chen Yingxue.
—¿Dejarte ir? ¿Cuando la cara de mi prima menor fue desfigurada por ti, no te rogó de la misma manera también? ¿Alguna vez la dejaste ir? —Lin Dong no le mostró misericordia. Este tipo de mujer malvada merecía sufrir el décuplo.
Lin Dong continuó cortando su cara.
En ese momento, sonó una voz.
—¿Eres Lin Dong de Nankín? Soy Xia Xinghen, el orgulloso hijo del cielo de la familia Xia entre los Cuatro Grandes Clanes en Jiangbei, y ocupo un cargo en el Arbitraje de Artes Marciales. Mi padre es la Presidenta de los Árbitros Marciales de Jiangbei. ¿Podrías hacerme la cortesía y liberar a la Señorita Yingxue? —Lin Dong se volvió y le dio una mirada fría.