—Al día siguiente, temprano en la mañana, Lin Dong se dio cuenta de que su amante ya no estaba en la cama.
Solo un leve aroma de mujer perduraba, un testimonio de la verdadera presencia de Qingye Piaoxue el día anterior.
Aunque se había marchado, dejó atrás una nota, así como una espada.
En la nota decía:
—Esta espada una vez perteneció al Espíritu Fantasma, el antiguo rey de los asesinos del País Yinghua, y lleva su Qi.
—Si encuentras este Qi, debes tener cuidado.
Lin Dong, al ver los caracteres del País del Dragón garabateados descuidadamente en la nota, no pudo evitar reírse a carcajadas. No esperaba que la letra de Qingye Piaoxue fuera tan fea.
Era una lástima que ella no estuviera allí, de lo contrario Lin Dong seguramente habría bromeado una vez más con aquella orgullosa dama.
Aunque Qingye Piaoxue era arrogante y hablaba con dureza, era sinceramente sincera con Lin Dong.