—Por cierto, Lin Dong, ¿a dónde fuiste a hacerte rico todos estos años? ¿Cómo es que no se ha sabido nada de ti? Cuando estaba en la universidad, te busqué muchas veces, pero no hubo respuesta. Era como si hubieras desaparecido de la faz de este mundo —mientras sorbía vino y picaba algunos cacahuetes, Huang Tao no pudo evitar preguntar sobre la situación de Lin Dong.
Lin Dong había estado practicando con su maestro, el Daoísta Qing Shan, en el Observatorio Qing Shan, lo que prácticamente era lo mismo que estar aislado del mundo.
En aquel momento, su maestro, el Daoísta Qing Shan, le prohibió estrictamente usar un teléfono.
Por eso no había iniciado sesión en su WeChat y QQ, estas aplicaciones de comunicación, en cuatro años. Así que era muy normal que Huang Tao no pudiera contactarlo.
En cuanto a bajar de la montaña, esta también fue la primera vez que los dos estaban en contacto.