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Sin embargo, el matiz emocional en sus ojos era apenas una huella.
Esa leve resurgencia de la emoción desapareció en un instante.
El rostro de Qiao Bing seguía tan pálido como antes, sus ojos sin vida, como un cadáver andante.
En ese momento, un hombre de mediana edad entre la multitud señaló a Qiao Bing y gritó:
—¡Todos, vengan y vean, este médico charlatán va a matar a mi papá! —Lin Dong preguntó rápidamente:
—¿Cuál es exactamente la situación? —el hombre echó un vistazo a Lin Dong, vio su juventud, y no respondió a su pregunta, sino que en cambio preguntó:
—¿Y tú quién eres? —Soy Lin Dong, un médico en ascenso de este departamento...
Sin embargo, antes de que pudiera terminar, el hombre resopló fríamente:
—Un médico en ascenso, ¿quién te crees que eres? ¿Crees que tienes derecho a manejar esta situación?
—¡Quiero a alguien de su hospital que tenga la autoridad para hablar sobre este asunto! —claramente, el hombre no tomó en serio a Lin Dong.