—Sun Ping parecía haber perdido su alma, retrocediendo continuamente.
En ese momento, recibió una llamada telefónica.
La llamada era del jefe de la Familia Sun, su padre Sun Guowei.
—Sun Ping, oh Sun Ping, ¿qué has hecho? ¿A quién has ofendido? ¿Tienes idea de que estás a punto de condenar a nuestra entera Familia Sun? —Su padre, Sun Guowei, bramaba por teléfono.
—Papá, yo... lo siento, yo sin pensar provoqué a un joven, pensé, que era solo una persona ordinaria, no esperaba, que tendría tanta influencia... —Sun Ping seguía disculpándose y sollozando por teléfono.
—Date prisa y pide su perdón, cueste lo que cueste, debes buscar su perdón... —Sí, sí, ¡sí!
Después de colgar el teléfono, Sun Ping no dudó y de inmediato se arrodilló a los pies de Lin Dong.
—Lin Dong, me equivoqué, ¡me equivoqué de verdad!
—Por favor, perdona a nuestra Familia Sun. Detén esto, por favor deja que esto sea el final... —Lin Dong la miró con disgusto y respondió: