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Ante Li Qingcheng, esa hechicera, Lin Dong estaba completamente superado en este aspecto.
Con solo una frase, podía provocarlo hasta llevarlo al borde de un acantilado.
—Hermana Qingcheng, ¿de qué hablas? No entiendo. —Lin Dong fingió ignorancia y rápidamente negó con la cabeza.
—Jeje... No dije mucho, solo te invité a venir a mi cama en mi habitación esta noche para acompañarme en algunos ejercicios de gimnasia —se rió Li Qingcheng.
—Cof cof... Hermana Qingcheng, me han gustado los deportes desde que era joven, si me invitas sinceramente, podría realmente venir. —Lin Dong respondió con un tono de broma.
—Entonces ven. —Li Qingcheng guiñó un ojo—. Esta noche, hermana dejará la puerta abierta para ti.
Justo cuando los dos conversaban animadamente, de repente surgió un alboroto en la puerta.
El maestro de ceremonias anunció entonces:
—¡Ha llegado el señor Liu Chuanqi!
Ante esta afirmación, estalló una conmoción.