Li Nanzhi no pudo evitar reír al ver a Li Qingcheng así.
Se rió entre dientes en voz alta.
Y esa risa dejó asombrada a Li Qingcheng.
Ella la miró fijamente sin saber qué hacer.
Sintiéndose un poco perpleja por su mirada, Li Nanzhi no pudo evitar preguntar —¿Por qué me miras así?
Li Qingcheng dijo lentamente —Todos dicen que tengo una risa hermosa, pero veo que tu risa, Li Nanzhi, es aún más hermosa que la mía. Es solo que ríes poco.
Li Nanzhi se sorprendió.
Esa sonrisa no era solo rara para ella.
¡Era algo que nunca había tenido antes!
Desde su infancia había practicado el Budismo; su corazón había sido entrenado para estar tan tranquilo como un pozo antiguo, imperturbable. ¿Cómo podría haber tenido antes una sonrisa tan espontánea y radiante?
Li Nanzhi negó con la cabeza, pensando para sí misma que estar cerca de Li Qingcheng y Lin Dong de alguna manera había disminuido su naturaleza budista.
Pero eso no parecía ser algo malo.