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Chapter 4 - Discípulo

Pasaron las horas desde su llegada y allí estaba el, dormido descansando por primera vez en su vida, la sensación de comodidad era tan placentera que alcanzaba lo adictivo, cosa que resultaba extraña ¿cómo podría una celda ser tan adictiva y suave?... algo estaba mal, no era normal, el calor y la suavidad, los agradables aromas, esto, esto no era normal, la sensación de andar entre sabanas de seda y almohadas de plumas era algo realmente extraño fue entonces que el sueño tan placentero se volvió una pesadilla. ¿Y si estaba muerto? no se enfadaría el señor por morir sin su permiso? si se levantó tarde? no, no quería ser castigado, no quería ser reeducado, fue por esa razón que agitado despertó

—¡HA! ha, ha, ah como, yo, ¿dónde estoy? - su respiración y mirada reflejaban el miedo en su ser.

—tranquilo chico, no debes temer- contesto la voz.

Al instante el chico busco el origen de la voz sin tener éxito en su búsqueda, le resultaba extraño, temeroso del lugar donde estaba, miro a su alrededor y no le costó mucho identificar que ya no se encontraba en aquel lugar tenebroso donde era lastimado con frecuencia, cosa que lo lleno de incertidumbre y desconcierto, quería saber dónde estaba y que hacía en aquel lugar, moviéndose entre las sábanas de seda y los cojines de plumas lo sintió.

Un leve dolor en sus brazos y piernas, sin pensarlo poso sus manos en aquellos lugares y fue cuando lo noto, sus manos se encontraban vendadas completamente, sus brazos y piernas estaban vendadas y limpias, miro extrañado a estas y pudo distinguir un olor, no era muy fuerte, pero se sentía en este la amargura, sin embargo, aun cuando el olor no era muy agradable sentía como sus heridas eran cerradas, como si se unieran a lo que antes eran.

—se llama medicina- contesto la voz aclarando las dudas del chico.

Fue entonces que este de forma inmediata giro y lo vio, una figura magnifica e imponente, un hombre cuya mascara ocultaba su rostro, sin embargo de aquella mascara un par de ojos verdes observaban al chico con cuidado, de la misma forma el chico observo al hombre ante el de forma detenida, aquella figura tan imponente vestida de ropas de hermoso color plateado y negro, cabellos oscuro como la noche y manos que dejaban ver su piel blanquecina, era un hombre alto tanto que el chico debía mirar hacia arriba para poder verle a los ojos, fue entonces que lo sintió una extraña sensación le recorría, no paraba de temblar, era como si el hombre ante el empezara a liberar una energía ominosa y maléfica lo suficientemente fuerte para quitarle la voz y sumirlo en temblores de miedo y terror, en sus ojos el más puro de los miedos se hacía presente.

—no temas, no quiero lastimarte-menciono buscando calmar al chico ante el.

De extraña manera lo presencio, la oscura y ominosa energía que antes lo aterraba se volvía cálida y agradable la cual le brindaba una extraña y segura sensación de confianza, una que elimino en el todo temor y miedo, era como si un niño se encontrara con su madre después de haberse perdido, una sensación tan cálida que daba gusto presenciarla.

—¿q-quien es usted? y donde está el amo? -

pregunto algo menos temeroso, si bien sentía que podía confiar en aquel hombre la sensación de desconfianza residía en forma mínima sobre él impulsando a este a preguntar.

—... el... Él está muerto, mi señor te trajo con nosotros, fuiste salvado, porque lo preguntas? -contesto con sinceridad de forma tranquila y despreocupada.

En blanco, así estaba el chico tras la noticia de la muerte de su antiguo amo, no podía creerlo, más que eso no sabía cómo sentirse con respecto a aquella noticia. ¿emoción? ¿miedo? era tan confuso que ni siquiera sabía que hacer, miro al hombre con miedo y miles de emociones más, temblaba, no sabía el por qué, pero lo hacía, no sabía si era emoción, miedo o alguna de las tantas emociones y sentimientos mezclados.

—¿estás bien? Pareces confuso niño--. Mencionó mientras sus ojos se posaban en él.

El pequeño no tenía palabras ¿cómo confiar en un adulto? ¿Como saber si aquellas palabras eran verdaderas o falsas? No había certeza alguna o manera de comprobarlo, sin embargo, las sensaciones de la seda y las colchas de aquella cama le hacían olvidar sus preocupaciones, fueran verdad ¿o no? No importaban ya, si moriría o si ya estaba muerto, no le interesaba, se sentía a gusto entre las sedas y almohadas de plumas, no deseaba más, una extraña y plácida sensación de calidez y familiaridad, solo quería disfrutarlo más, aún más, aquella comodidad era lo único que le hacía olvidar todo en su mente, no lograba ver el rostro de aquel hombre por su máscara, más su ser le decía que podía confiar, decidió no decir nada, si creía o no, ya no era importante, aquel sentimiento aquellas sensaciones que le daban comodidad eran lo único que deseaba ahora, no quería nada más.

—puedo, ¿puedo saber quién es tu señor? - pregunto el chico mientras sus ojos apenas con vida miraban al hombre con miedo y desconcierto.

—por supuesto que sí, pero por ahora el estará ocupado en ciertos.... Asuntos, que te parece si mientras él se desocupa, ¿tu, descansas? - Comentó para extender su mano con la intención de acariciar la cabeza del chico.

De forma casi instintiva el pequeño retrocedió un poco, la vista de una mano acercarse a su rostro o cabeza le traía a la mente recuerdos, memorias cuyos finales y emociones, no eran para nada placenteras.

—... Tranquilo todo estará bien-- comentó el hombre para posar su mano sobre el cabello del niño y con esto acariciar sus cabellos, una muestra clara de afecto, más para ojos de aquel pequeño una nueva experiencia se creaba.

Era raro para él, la sensación de que alguien acariciaba su cabello y le demostraba esa pequeña muestra de afecto, era algo nuevo para él, algo que de forma extraña le producía calidez, algo más allá del miedo y preocupación, una extraña sensación de confianza y, sobre todo, una pequeña muestra de amor.

Extraño, de forma casi inmediata su mente se rompió, de sus ojos lágrimas en señal de dolor y tristeza, más también traía aquello que había perdido, alegría, alegría de ser salvado. No entendía el por qué, llevo sus manos a su rostro tratando de secar las lágrimas más no podía, cada que lo intentaba salían más y con ellas un desahogo había ocurrido, lloraba, no por miedo o tristeza, ahora era completamente distinto a aquellas veces, se sentía bien de llorar, como si hubiera esperado todos esos años de dolor y sufrimiento para soltarlos en aquel momento.

—ugh, esto será problemático, « Morfeus» -- comentó el hombre mientras acariciaba la cabeza del chico y con ello una leve luz tenue de oscuro color se mostró, con ello el pequeño cayó atrapado en un sueño inmediato uno que le devolvió a la calidez y comodidad de aquella cama.

Tras su caída en aquel letargo una suave brisa fue la clara señal de su llegada a aquella habitación, aquel hombre arropó al pequeño en las sábanas y una vez esto su mirada se dirigió a la cabecera de la cama donde ella se encontraba.

Una niña de no más de los 12 años miraba con curiosidad aquel chico dormido mientras sus ojos de color azul se centraban en el rostro del chico, tras ello miro con algo de desconcierto al hombre a lo que este ente dio aquella mirada.

—su majestad lo trajo-- comentó el hombre para tras arropar al pequeño mirar a la chica con confianza y tranquilidad.

Los ojos de la chica apenas se veían debido a la máscara, más sin embargo incluso ella podía expresar sus emociones con o sin esta y la forma en que miraba al pequeño sobre la cama dejaba en claro su postura semi neutral en aquel asunto, no le molestaba, más tampoco le alegraba el verlo allí.

—Entiendo... -- sus palabras reflejaban sus emociones, lentamente la curiosidad se hacía presente y de forma inmediata aquel hombre lo noto.

—lo lamento señorita, pero debe volver a la cama, necesita descansar para sus entrenamientos de mañana-- expreso el hombre mirando tranquilamente a la chica.

Está obedeció y tranquilamente se retiró de aquellos aposentos, pasaron las horas hasta que el niño nuevamente despertó para su sorpresa frutas y dulces le esperaban sobre una pequeña mesa cercana a la cama en la cual reposó.

Junto a estos se encontraba un papel cuyo contenido no era distinto al de una nota, el pequeño tomo aquella nota y algo desconcertado por sus carentes capacidades de lectura leyó está a su tiempo y una vez leída esta, comprendió el mensaje de inmediato.

—Si lees esto, debes haber despertado, seguro has de tener hambre por lo que dejo estos para tu deleite, puedes comer lo que quieras, disfruta en lo que llega el maestro-- Comento el pequeño tras leer y analizar la carta, miro los alimentos algo desconfiado, sin embargo, su hambre era mayor a sus preocupaciones y antes de que se diera cuenta ya estaba enfrente de los alimentos dejados para este.

La bandeja de plata relucía por poseer sobre ella varias frutas y algunas golosinas, dulces que hasta el más grande de los niños deleita con su sabor, sin pensarlo mucho este empezó a degustar sus alimentos, fue entonces que de sus ojos emociones brotaron, aquella sensación, el sabor era exquisito y la cantidad era perfecta, las frutas frescas y dulces junto algunas ácidas y suaves hacían contraste completo con los dulces presentados en la bandeja, no estaba de más admitir que esa era la primera vez que aquel chico probaba comida tan a deliciosa y comía hasta saciar su hambre.

Pasaron unos cuantos minutos cuando de la nada una ráfaga de viento abrió la ventana de la habitación, está acompañada de varias hojas caídas de los árboles y arbustos empezaron a girar dentro de la habitación moviendo sábanas, almohadas y cortinas debido a la gran fuerza con la que aquella brisa se movía, tras esto de aquella ráfaga de viento dos ojos se distinguieron de forma inmediata con la aparición de estos ojos el viento se detuvo y del pequeño remolino de antes un hombre se mostraba.

Túnica blanca y máscara de blanco color, de aquella máscara dos ojos predominantes se mostraban aquel color dorado qué de estos emanaban y la poderosa presencia llena de poder y superioridad, sus cabellos demostraban su elegancia y fue entonces que su mirada de poso en aquel pequeño.

El silencio predomino en la habitación y de forma instintiva el chico solo pudo caer arrodillado ante él.

—levántate, no vine a que me saludaran, por el contrario, déjame ver tu estado-- expreso para con esto colocarse en cuclillas y podar su mano en el pecho del chico.

Podía sentirlo, su cuerpo estaba mejor, su mente parecía estar algo confusa por el repentino cambio de ambiente por lo que era momento de usar esa confusión a su favor.

—te preguntaré por si no lo sabes, así que, ¿tienes una idea de quién soy? - Preguntó aquel hombre para levantarse lentamente y con esto ayudar al chico a no quedarse de rodillas.

—u-usted es el maestro ¿no es así? -pregunto algo intranquilo y temeroso de la situación, aquella mirada la había visto antes, cuando algo estaba a punto de pasar, esos ojos siempre aparecían.

—sí, estas en lo correcto, pero no debes temerme, no vine aquí a hacerte daño, por el contrario, vine aquí para ayudarte- Expreso el hombre para con esto sentarse en el borde de la cama y usando sus poderes empezó a traer uvas y galletas hacia él.

Levantó levemente la máscara y con esto empezó a degustar de los dulces y frutas que su siervo solía traer, para alguien como el, quien estaba acostumbrado al sabor de estos, degustar aquellos manjares no era algo nuevo, fue entonces que se percató de la mirada perpleja del chico al verle usar sus poderes que una leve risa escapó de él.

—¿te impresiona? -

A ojos del pequeño aquel hombre era un ser poderoso, usaba sus poderes con tal facilidad y complejidad que parecía algo normal en él, por el contrario, el apenas podía creer lo que veía, tal demostración solo le hacía quedar sin palabras.

—¡! ..... bien, que te parece si vuelves a la cama sí? -

Propuso el hombre para con esto posar dos de sus dedos sobre la frente del niño y con esto nuevamente Morfeo tomaría en brazos al pequeño, sin embargo, está vez fue distinto, aquel chico quería mantenerse despierto, batallo contra el sueño inculcado en au ser sin embargo no pudo hacer más que ceder ante aquel sueño terminando profundamente dormido.

Tras entrar en descanso aquel hombre emergió de las sombras, aquel porte y elegancia dejaban en claro de quién se trataba, su mirada cansada y apenas calmada dejaba en claro quién era.

—ha sido un largo tiempo mi lord, ¿qué tal la reunión? - pregunto educadamente hacia su señor.

—Ghemin, mmm por lo que veo has acogido a una nueva alama eh? - pregunto el hombre para sentarse de un lado de la cama y degustar plácidamente las frutas y manjares en la bandeja.

—no se equivoqué mi lord, esto es solamente una medida de aseguramiento, buscaré la forma de que viva una vida lejos de esto-

—jajajaja Ghemin, primero que nada, ya no soy un lord, dejé de serlo cuando te cedí el manto y la corona y segundo, desde cuando tienes el valor de mentirme de frente? - pregunto mientras de aquellos ojos una fuerte y predominante sed de sangre se mostraba.

Aquella máscara negra dejaba ver sus ojos rojos cual demonio, su presencia demostraba caos y destrucción pura mientras que su contrario emanaba divinidad y pureza él era la oscuridad misma.

—mmm es un chico interesante el que tienes aquí sabes? Si, puedo verlo, esa energía, es como un lienzo en blanco, pero, es extraño al mismo tiempo-

—... - ante el silencio de su contrario los ojos del hombre pasaron de estar en el pequeño a posarse en él.

—tu… Si, está energía solo se muestra cuando esto pasa, tú, ¿has alterado el destino? -

—... Lo siento mi lord-

—... Bien, supongo que se trata de ellos ¿no? O es acaso que...-

—lo siento por mí imprudencia mi lord, pero sabe que, aunque me cueste no puedo dejar los honorarios hacia mi mayor-

—... Ya veo, entonces es así-

" ¿No piensa decirme la verdad eh? Supongo que mis sospechas son plenamente ciertas"

—muy bien, supongo que lo nombraras no? -

—... El, él ya posee un nombre-

—entiendo, bien, de ser así, permíteme este pequeño atrevimiento- expreso a lo que su mano se posó sobre el rostro del chico a lo que su contrario le tomo de la muñeca tratando de detenerle.

—mi lord por favor, pero este yo...-

—... Tu que? Vamos, dilo- expreso mientras un cierto tono de sarcasmo y burla se mostró en el.

—... El, el será tomado como mi discípulo-

—... Perfecto entonces- expreso para retirar su mano y con esto levantarse de la cama para caminar 

—bien, espero con ansias ver que cruel y espantoso destino nos ampara ahora- comento para hundirse en aquella oscuridad y con esto desaparecer de los ojos de aquel Zodiac.

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Solarium

La ciudad que nunca duerme, la actividad comercial y social en aquel lugar era tan basta y constante que la metrópolis cósmica era conocida por cada ser en el universo, muchos decían que bastaba ver a las estrellas y aquella estrella que más brillara era la mismísima ciudad de la luz eterna.

Espuma y esencias fragantes rebosaban en aquel lugar, la humedad era clara y el calor más que notorio, de aquella tina rebosante de espuma y esencias perfumadas se divisaban ciertas figuras, de entre ellas una mujer cuyos cabellos rojos cual flamas candentes, un flequillo cubría uno de sus ojos, sin embargo aquel flequillo no lograba ocultar aquella cicatriz al completo, sus facciones delicadas y que demostraban la madures de los años, mientras el otro se mantenía cerrado, sus expresiones demostraban su placer y deseo del momento, fue entonces que aquellas figuras fueron más claras, aquella bella mujer era acompañada de un grupo de hombres, estos se mostraban altamente serviciales, unos de ellos limpiaban sus brazos con esponjas eliminando las impurezas, otro se encargaba de masajear le eliminando el estrés, mientras aquel muchacho se encargaba de relajar y eliminar el estrés de su señora.

Otro grupo se encargaba de realizar una manicure en las uñas de aquella mujer sin estorbar el trabajo de su contrario, parecían tener alta coordinación y experiencia en aquel tipo de trabajos.

Tras unos minutos del agua una cabeza emergió, aquel muchacho tomaba un respiro tras estar sumergido algo de tiempo bajo el agua, sus ojos se mostraban vacíos como si fuera una especie de marioneta humana.

—mi señora, ¿desea que aumentase el nivel? — explicó el chico mientras tomaba aire y se preparaba para la respuesta de esta.

—mmm si, hazlo, después de todo desde aquí puedo ver tu pequeño amigo emocionado, jajajaja— comentó la mujer sin necesidad de abrir su ojo para notar la erección del chico.

Ante las palabras de aquella mujer el chico no hizo más que obedecer y sumergiéndose nuevamente en el agua su trabajo se reanudó. Los toques y habilidades del chico mostraban su vasta experiencia mientras en la superficie aquella mujer empezó a sentir los leves espasmos de placer provocados por aquel chico, se sentía emocionada, le encantaba esa sensación, aquel sentimiento.

Con sus expresiones llenas de placer y deseo aquellos cabellos empezaron a moverse cual flamas de fuego estimuladas, fue entonces que aquellas palabras volvieron a su mente y con ello el recuerdo provocado por aquel hombre.

—... Basta— Ordenó la mujer y con sus palabras los hombres a su alrededor se detuvieron, a su vez el chico salió del agua algo extrañado de su decisión.

—¿pasa algo majestad? -pregunto el chico algo desconcertado.

Sin embargo, la mirada de aquel chico cambiaría al ver la mirada de su señora, está se levantó de aquella tina y llena de ira salió del baño, camino desnuda hasta su habitación donde de forma inmediata de su cuerpo llamas de fuego emergieron creando una bata de baño, está sin pensarlo dos veces se abalanzo en su cama para tratar de relajarse, al instante aquella mujer entro.

Sus ojos de fuerte color azabache y cabello cual oscuridad, su tez oscura y porte elegante que demostraban su poder y precio.

—¿desea ver los productos de esta noche madame? -los ojos de aquella mujer demostraban su interés en las acciones de su señora.

No era para menos, ante ella una de las personas más fuertes del mundo y la única con el poder económico, social y cuya habilidad la habían puesto donde estaba.

—... Ya que, espero que al menos ellos valgan mi tiempo— expreso esta algo molesta mientras solo quería distraer su mente de aquella reunión.

Con la orden de aquella mujer una de las puertas de la habitación se abrió un grupo de chicos entraron, estos se encontraban encadenados unos a otros, mientras algo era común en ellos, no era por que fueran rubios, pelinegros, blancos o morenos, por el contrario lo que destacaba de ellos era la belleza física que poseían, en ellos el logo de esclavitud marcado, algunos tenían aquel logo en el pecho, otros en los brazos mientras otros en la cara, la posición de aquel logo variaba según el chico.

Tras unos minutos una fila de estos se formó dentro de aquella amplía habitación, sus ojos demostraban el miedo que le tenían a aquella mujer y no era para menos, para ellos la mujer ante ellos era como una montaña de poder puro, no era para menos, ellos estaban ante Leona la bestia del sol, la Zodiac del león y la mujer más fuerte del mundo.

La mirada de aquella mujer inspeccionó con cuidado aquellos chicos y fue entonces que puso sentirlo, un sentimiento de calor que uno de ellos le producía, de forma inmediata su mirada se centró en aquel chico y lo vio.

Un chico joven en comparación a los demás, su mirada demostraba odio, pero sobre todo un orgullo único aún en esa situación, su impulsividad, pero sobre todo aquel estigma en su hombro era claro.

De inmediato aquellas palabras dadas por géminis en aquella reunión volvieron a ella, fue entonces que de forma natural una sonrisa se mostró en aquella mujer, su mirada demostraba su placer, pero sobre todo una malicia propia de ella.

—lo quiero a él— exigió la mujer mientras señalaba al chico, de la misma forma su sonrisa no se detenía.

Ante la elección de Leona la mujer apenas entendió está, miro al chico algo desconcertada, ¿estaba acaso ella probando gustos nuevos? No lo entendía trato de reprochar su decisión más solo pudo recordar aquello que paso con su compañero de trabajo cuando le reprochó sus decisiones, por lo que sin oponer resistencia o queja esta hablo.

—todos a excepción de C - 2 pueden retirarse — ordeno aquella mujer y obedeciendo sus órdenes estos salieron de forma inmediata.

Aquella mujer les siguió y una vez en el umbral depósito una última mirada al pequeño producto algo desconcertada por la elección, sin embargo, los negocios eran eso, si le producían ganancias está lo dejaría a gusto de su cliente.

Una vez quedaron solos Los ojos de aquella mujer mostraron un interés único en el pequeño, se levantó de la cama y camino unos cuantos pasos para posicionarse enfrente de aquel pequeño.

Le miró con detenimiento, estudiaba cada parte de él, su piel pálida y blanquecina, su cabello de oscuro color azabache y ojos oscuros que mostraban estar vacíos de cualquier emoción y deseo de vivir, ante ello la mujer abrió la palma de su mano enfrente del chico y de su palma flamas de hermoso color azul emergieron, al ver aquella flama de fuego los ojos del pequeño empezaron a llenarse lentamente de vida, del mismo modo la flama pasaba de azul a tornarse en un claro y divino color blanco fue entonces que los ojos del chico se llenaron de vida, de forma instantánea este mostro asombro al estar presente de aquel monumento femenino.

—¿oh? Fufufu que reacción más adorable -expreso la mujer mientras su mirada se centraba en el pequeño estudiándolo de pies a cabeza.

Fue entonces que la mirada del pequeño se llenó de preocupación y miedo, por otro lado, la mujer tomó al pequeño de su brazo y miró aquello que tanto le llamaba la atención, fue en ese momento que la mirada de Leona mostro una emoción indescriptible, una alegría y un sentimiento único que no había experimentado antes.

—mmm interesante, nunca había visto está clase, definitivamente serás grande, es hermoso, tan único y delicioso.... Mmm primero veamos que tal el sabor~ -comento para relamerse los labios y con ojos inmerso en deseo actuó bajo su propio criterio.

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Fuego y calor, hierro y chispas, el sonido retumbante del martillo y el olor a azufre y metales, una ola de calor única e intensa que solo podía ser soportada por aquel grupo de hombres, el sudor salía a cantaros de sus cuerpos.

El trabajo del metal requería fuerza y está se mostraba claramente en los choques del martillo con el metal caliente, sin embargo, había uno que predominaba en aquel sauna del metal y la ornamenta.

Su martillo castigaba fieramente aquella espada en proceso, de la misma forma cada choque de aquel martillo destellaba chispas que parecían irreales, con cada golpe pequeñas estrellas parecían ser creadas, un golpe que forjaba todo, uno que creaba estrellas, uno que daba vida, un golpe del martillo de aquel hombre, aquel ser que forjaba y daba por primera vez mostraba aquella mirada, ojos perdidos preocupados por las palabras de su contrario, no sabía que pensar.

Tenía miedo, pero a la vez sentía que era una preocupación en vano, quería saber cómo iba a hacer para defender no solo a los suyos si no a si mismo, aquellos cercanos a él se mostraban asustados, preocupados de cada potente martillazo de este contra el yunque.

Sus miedos, sus preocupaciones, sus temores de mostraban en el todos se negaban a irrumpir aquella profunda concentración de este, era como ver a una bestia devorar enérgicamente su presa, sumido en un solo deseó, saciar su hambre.

Sumido en aquel trance no pudo darse cuenta, nadie lo detuvo, nadie tenía el valor de interrumpir aquella suma concentración de este y los martillazos dados contra el yunque y lo que parecía que en un inició fue una espada.

— ¡Maestro! - exclamó la joven algo preocupada.

Fue aquel grito lo que lo saco de su trance y le detuvo de dar el martillazo final, a ojos de este una espada torcida y abollada a base de los golpes que este realizaba, todos los herreros a su alrededor parecían preocupados por su señor y a su vez agradecían la llegada e intervención de su joven maestra.

—maestro, nuevamente se perdió en sus pensamientos, oh por dios ¡Mire como quedo la espada! -las palabras de la chica mostraban una clara preocupación.

Más aquella preocupación de esta no era hacia su amo y señor, por el contrario, parecía reflejarse en la lastima de la pobre espada que sufrió aquellos arduos golpes de su parte. La mirada del hombre se mostraba distante, preocupada por lo hablado en aquella reunión de la que había regresado, era molesto para un herrero dedicado el no poder crear sus obras de arte por estar pensando en otras cosas, más, sin embargo, no podía darse el lujo de simplemente pasar por alto aquello que se debatió, al menos, no esta vez. Podía notarlo, su maestro estaba distante, preocupado por algo que iba más allá de su comprensión o alcance, ella sabía que la diferencia maestro y discípulo eran claras sin embargo no quería simplemente dejar aquella carga en manos de este solamente.

—maestro, ¿Hay acaso algo que le preocupa? -cuestionó algo intrigada mientras su mirada se centraba en su mayor.

Las palabras de la chica no pasaron en vano y aquella pregunta no fue más que algo que simplemente no quería responder, pero aún en contra de su voluntad, debía hacerlo, al menos, si quería proteger aquel legado de herreros.

—chica, yo... Tenemos que hablar, todos los demás, retírense-ordenó tranquilamente.

Con la voz de sus palabras sus hombres actuaron, dejaron sus puestos de trabajo y rápidamente salieron de aquella basta forja oculta dentro de aquella montaña. Fue tras la partida de estos, que la joven tomo asiento cerca de su maestro y su mirada denotaban lo preocupada y nerviosa que estaba de saber aquello, era la primera vez que su maestro pedía y realizaba aquella orden y solo pudo pensar en lo peor de una reunión secreta entre ambos.

—dime pequeña, ¿Cuál es el sentido de un herrero? -una pregunta básica para los herreros, pero cuya profundidad tornaba a la filosofía que llevaba cada forjador y maestre del acero. 

—yo... maestro la esencia de un maestre forjador no es la de crear armas o herramientas, es la de adiestrar el acero y volver de él algo magnifico-la respuesta de la joven se mostro decidida y plena. Su maestro le miro momentáneamente para con ello soltar una leve sonrisa de fraternidad.

—aun eres joven, pero tu sabiduría ya esta a los niveles de un gran herrero-la apreciaba, más sabia que un entendimiento avanzado de aquella profesión no serian suficientes para lo que vendría. 

Por un lado, quería creer que las palabras de géminis fueran falsas, pero por la otra tenia deseos de conocer si aquello que este comento seria verdad. Estaba confuso, quería lo mejor para su discípula, pero ella no sería suficiente para lo que géminis profetizo.

—desde ahora, te enseñare las artes de forja estelar-las palabras de aquel hombre crearon una expresión de asombro en la chica.

Técnicas de forja superiores a las habilidades de la mayoría de los herreros, pero para ella su discípula esto no era más que una señal de su aproximación a la grandeza de su maestro.