Cayeron en silencio otra vez por unos segundos. Todo lo que Bella podía escuchar eran los suaves sollozos de su hijo, que hacían que sus propias lágrimas volvieran a mojar sus mejillas.
Después de un largo silencio, Dax dijo —Mami, me siento triste ahora porque solo conocí a mi Abuelo por poco tiempo. Y ahora... me dejará de nuevo. Para siempre...
Bella miró a su hijo; cuando vio sus lágrimas humedeciendo sus mejillas, le sonrió y dijo —Incluso si él nos ha dejado para siempre, siempre estará contigo, con nosotros. El Abuelo siempre estará en nuestros corazones. Mientras lo recuerdes y sigas rezando por él.
Dax asintió.
—Rezaré por el Abuelo y lo recordaré para siempre, para que se quede aquí para siempre —dijo mientras ponía su mano sobre su pecho.
—Bien, chico. Lo has hecho bien, mi hijo... —Bella se sentía orgullosa de él. Lo estaba manejando mejor que ella—. Bueno, dejemos de llorar. Al Abuelo le entristecería vernos llorar, ¿verdad?