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—¡Maldición!
Bella no pudo evitar maldecir al darse cuenta de que se les había pasado por alto a un gánster más en la casa.
—¡Eh! Chico Kungfu... —Una voz profunda y ronca resonó en la habitación, sobresaltando a Bryan, que estaba a punto de continuar torturando a los gánsteres en el suelo—. ¡Deja de moverte, o la enviaré directo a su ataúd! —amenazó.
Instantáneamente, la expresión de Bryan se endureció al ver a un hombre alto vestido con una chaqueta de bombardero y un tatuaje en el cuello apuntando una pistola a la cabeza de Bella. Su expresión parecía tranquila, pero sus ojos estaban llenos de odio.
Bryan no obedeció su advertencia; siguió moviéndose para ayudar a Bella, pero el hombre gritó de nuevo.
—¡Qué diablos! Hombre, si te mueves un paso, realmente apretaré el gatillo y su cerebro se esparcirá en la pared! —Presionó la pistola contra la cabeza de Bella con más fuerza, haciendo que su cabeza se moviera hacia adelante.